Juan Francisco, español, es aparentemente poca cosa. Dicen quienes le conocen que su apariencia es la de un adolescente menor de edad, que parece no ha roto un plato, aunque tiene las manos manchadas de sangre. En realidad, tiene 20 años físicos, de cabeza puede que muchos menos. Su padre, Fernando, vigilante de seguridad, alega que padece una minusvalía mental severadiagnosticada y que probablemente no sea consciente de sus actos: es decir, inimputable.
Por esa razón los investigadores le han pedido a Fernando que les acompañase en la detención de su hijo: una cuestión de prudencia y exquisitez, para no vulnerar ninguno de sus derechos fundamentales. El joven, delante de su progenitor, ha confesado a su manera. Asegura que él no ha...