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La asesina de una aldea gallega que quemó y troceó a su ligue de internet

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En agosto de 2021, Cristina Rodríguez Veloso y José María Roldán Zapata se conocieron a través de una aplicación de citas. Tras semanas de conversación, José María, un hombre de 53 años que vivía en Castelldefels, decidió viajar hasta la aldea de Rabiño, en el municipio de Cortegada, Ourense, para encontrarse con Cristina, quien entonces tenía 26 años. El propósito era conocerla en persona y pasar unos días en su casa. Sin embargo, lo que parecía el comienzo de una relación amistosa terminó en tragedia.

José María se quedó en la casa de Cristina durante tres días, tiempo en el cual surgieron varias discusiones. Cristina le pidió que se marchara, pero él se negó, lo cual desencadenó un terrible desenlace. Cristina relató ante el tribunal que decidió suministrarle medicamentos hipnóticos y antidepresivos para dejarlo inconsciente y luego lo asfixió con una almohada. Tras el crimen, intentó deshacerse del cuerpo prendiendo fuego a los restos en dos hogueras, utilizando gasolina como acelerante. Después, fragmentó el cuerpo y lo enterró en su propio jardín y en un bosque cercano. Inicialmente, se enfrentaba a una condena de 18 años de prisión, pero su colaboración con la justicia permitió reducir la pena a ocho años.

Descubrimiento del Crimen y Confesión de la Acusada

El caso salió a la luz en diciembre de 2021, cuando Cristina Rodríguez confesó al médico de cabecera que un hombre había muerto en su casa y que se había deshecho del cuerpo quemándolo. Esta confesión ocurrió durante una consulta rutinaria el 21 de diciembre, lo que llevó al médico a informar a las autoridades. Para ese momento, la familia de José María ya había interpuesto una denuncia por desaparición, lo que había puesto a los Mossos d'Esquadra y a la Guardia Civil sobre la pista.

Durante la investigación, la Guardia Civil realizó un registro en la vivienda de Cristina, donde encontraron restos humanos enterrados, incluyendo un pie debajo de un olivo y una bolsa con vísceras. Además, se localizaron varios huesos esparcidos por la finca, y los restos fueron llevados para análisis forense. También se recuperaron pertenencias personales de la víctima, como su PlayStation, que Cristina había arrojado en un terreno vecino. Nadie en la tranquila aldea de Rabiño sospechaba lo que estaba sucediendo, salvo una vecina que había llamado la atención a Cristina por realizar hogueras en pleno verano cerca de las casas.

Los agentes de la Guardia Civil que participaron en la investigación describieron cómo, tras la confesión de Cristina, se llevó a cabo una búsqueda exhaustiva por toda la propiedad. Los restos estaban repartidos en diferentes ubicaciones: fragmentos óseos enterrados en el jardín, y otros restos fueron localizados en el bosque cercano. También se hallaron bolsas con vísceras y otros restos dentales ocultos entre las plantas. Las autoridades descubrieron dos puntos donde se realizaron las hogueras; uno de ellos cerca de la casa de una vecina que se había mostrado preocupada por las llamas. Esta primera hoguera fue apagada por Cristina tras el reclamo, y posteriormente, encendió otra hoguera más alejada para continuar con la quema del cadáver.

Durante el juicio, Cristina admitió lo ocurrido en una declaración escueta, llena de monosílabos y sin entrar en detalles profundos. Relató cómo suministró los medicamentos a José María, lo asfixió y se deshizo de su cuerpo. Fue una confesión sin rodeos, en la que quedó claro que ella había prendido dos hogueras para quemar los restos y, posteriormente, los había enterrado en su propiedad y en el bosque cercano.

Perfil Psicológico y Atenuantes en la Condena

Durante el juicio, la defensa presentó varios informes psiquiátricos para demostrar que Cristina sufría de problemas psicológicos que afectaban su capacidad para comprender y actuar racionalmente en el momento del crimen. Se confirmó que tenía un trastorno de ansiedad generalizada, un trastorno obsesivo-compulsivo y un trastorno de la personalidad. Estas circunstancias llevaron a la fiscalía a considerar una eximente incompleta, lo cual redujo la pena inicialmente solicitada de 18 años a ocho años de prisión.

Los peritos que declararon en el juicio explicaron que Cristina tenía dificultades para manejar situaciones de estrés y un comportamiento impulsivo. Además, se señaló que antes del juicio, Cristina ingresó 10.000 euros en concepto de responsabilidad civil como compensación a la familia de José María, lo que fue considerado un esfuerzo notable dadas sus limitaciones económicas y su discapacidad reconocida. Parte de la condena de prisión podría ser cumplida en un centro psiquiátrico penitenciario, donde recibiría el tratamiento adecuado para sus trastornos.

El exmarido de Cristina también fue llamado a declarar durante el juicio y describió a la acusada como una persona con hábitos obsesivos. Explicó que tenía una obsesión con la limpieza, que quemaba cosas de manera compulsiva y que, en ocasiones, decía escuchar voces. También relató que cuando acunaba a su hija, realizaba movimientos repetitivos que, según ella, la ayudaban a calmarse. Este testimonio fue clave para reforzar la imagen de Cristina como una persona con serios problemas psicológicos que pudieron haber influido en su comportamiento violento.

Detalles del Juicio y Testimonios Forenses

Durante el juicio, los forenses describieron el estado en que encontraron los restos de José María. Los fragmentos óseos y otros restos estaban quemados de manera que alcanzaron temperaturas cercanas a los 600 grados. La temperatura tan elevada logró reducir gran parte del cuerpo a cenizas, salvo algunos huesos y el pie izquierdo que fue hallado enterrado. Además, los restos estaban dispersos por toda la propiedad y presentaban señales de haber sido manipulados y fragmentados. Los análisis forenses concluyeron que la muerte había ocurrido tras la ingesta de medicamentos que causaron somnolencia, seguida de asfixia. Aunque no se pudo determinar la fecha exacta de la muerte debido al estado de los restos, el contexto general señalaba una planificación clara para evitar que la víctima pudiera defenderse.

El equipo forense encontró en el organismo de la víctima dos tipos de medicamentos: un hipnótico y un ansiolítico, ambos utilizados para provocar un estado de inconsciencia que evitara cualquier resistencia. Estos fármacos fueron suministrados por Cristina a José María en una bebida. La combinación de los medicamentos y la asfixia posterior fueron, según los especialistas, lo que causó la muerte. Además, los especialistas indicaron que la destrucción del cuerpo fue muy minuciosa y sistemática, realizada con la intención de dificultar su identificación y el hallazgo de pruebas incriminatorias.

La investigación también contó con testimonios de agentes de la Guardia Civil que participaron en la búsqueda y recuperación de los restos. Los agentes explicaron cómo, desde la primera declaración de Cristina, sospecharon que la situación era más grave de lo que inicialmente parecía. Cuando la acusada mencionó que había quemado el cuerpo, el registro de la propiedad se convirtió en una prioridad. Los agentes encontraron primero un pie, luego localizaron bolsas con vísceras, y más tarde descubrieron huesos dispersos por el jardín y el bosque.

La Víctima y Su Historia

José María Roldán era un hombre de 53 años, viudo y padre de una hija. Decidió viajar desde Barcelona hasta la pequeña aldea de Cortegada con la esperanza de conocer mejor a Cristina y quizá iniciar una relación. José María tenía problemas de audición y movilidad, lo que lo hacía especialmente vulnerable. Había recurrido a una aplicación de citas buscando amistad y compañía, y así fue como se encontró con Cristina Rodríguez. A lo largo del juicio, se destacó la vulnerabilidad de José María, quien dejó una hija tras su muerte. Ni ella ni la madre de José María comparecieron en el juicio, pero la fiscalía solicitó una indemnización de 135.000 euros para compensar la pérdida de la familia.

Veredicto y Sentencia

El Tribunal del Jurado declaró a Cristina Rodríguez culpable del delito de asesinato. Consideraron probado que ella actuó con premeditación, ya que suministró fármacos a la víctima para anular cualquier posibilidad de defensa y posteriormente lo asfixió. La colaboración de la acusada, la confesión y las pruebas presentadas por los agentes y forenses fueron fundamentales para llegar al veredicto final.

Durante el juicio, el magistrado solicitó a la fiscalía y a la defensa que manifestaran si deseaban modificar sus conclusiones sobre la pena solicitada. Ambas partes mantuvieron sus posiciones, y el juez declaró el caso visto para sentencia. La fiscalía mantuvo su petición de ocho años de prisión, así como la indemnización de 70.000 euros para la hija de la víctima y de 65.000 euros para la madre de José María.

Cristina llevaba tres años en prisión preventiva, lo cual podría reducir la condena efectiva. Parte de la pena podría ser cumplida en un centro psiquiátrico, donde recibiría tratamiento para sus problemas psicológicos. El jurado también consideró que Cristina no debería beneficiarse de la suspensión de la ejecución de la pena, ni recibir un posible indulto por parte del Gobierno.

La historia del asesinato de José María Roldán a manos de Cristina Rodríguez Veloso mostró cómo una relación que comenzó de manera inofensiva en una aplicación de citas derivó en un crimen atroz. La combinación de la vulnerabilidad de la víctima y los graves problemas psicológicos de la acusada llevó a un desenlace trágico, evidenciando la importancia de prestar atención a los indicios de violencia y desequilibrio en cualquier relación.


 
Generalmente es al revés, es el trastornado quien tiene la motivación suficiente para cruzar media España y conocer a una relativa desconocida porque su propósito es satisfacer sus bajos instintos cometiendo un crimen en un entorno con el que no se le pueda vincular de ningún modo.
 
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