La instructora valorará decenas de indicios biológicos y tecnológicos antes de acordar el procesamiento de Óscar S. o el archivo de las actuaciones
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Son decenas los indicios biológicos y tecnológicos recopilados durante casi dos años por el equipo de investigación de la Guardia Civil para presentar a la jueza un relato convincente que incrimine al principal sospechoso del caso, Óscar S. M., a quien los investigadores atribuyen la autoría del homicidio de Esther López a las pocas horas de su desaparición en Traspinedo, en la madrugada del 13 de enero de 2022. La consecuencia inmediata de este informe, que fue presentado el pasado jueves a la magistrada Soledad Ortega, ha sido la citación del investigado para una
segunda declaración en sede judicial, prevista para el 15 de diciembre, y el archivo de la causa contra los otros dos investigados, Lucio Carlos G. y Ramón G.
Tras este interrogatorio, la instructora acordará si archiva las actuaciones o continúa con el procedimiento y procesa a S. M., pero en su decisión tendrán un peso esencial todos estos indicios desplegados por los investigadores a lo largo de más de 400 páginas (sin contar un anexo de 500 con documentación). Para redondear el cuadro, se ha pedido un informe adicional al ERAT que apuntale la tesis de que, por un «arrebato en caliente» motivado por un «conflicto interpersonal» suscitado entre ambos, Esther se marchó y el agente de viajes fue a buscar el coche y atropelló intencionadamente a la joven cuando caminaba por la calle Dos de la urbanización El Romeral.
Además de los posicionamientos coincidentes de los teléfonos móviles de los actores de esta tragedia y los
dispositivos electrónicos del vehículo del principal sospechoso -el Volkswagen T-Roc convertido a la vez en escenario y arma del crimen, según los investigadores- hay tres indicios a los que el equipo de investigación de la UCO y la Policía Judicial de Valladolid dan una importancia fundamental: el ADN de Esther López en la moqueta interior del maletero del coche; un fibra marrón similar a las del forro del chaquetón que vestía la joven encontrada en el recibidor del chalé familiar de Óscar y un colgante «muy personal» que adorna el retrovisor de su automóvil. Este
adorno, un zapato de bebé, demostraría que el agente de viajes mintió cuando aseguró en sus sucesivas declaraciones que no había lavado el coche y, en concreto, que nunca estuvo en el autolavado de Vázquez de Menchaca pocas horas después de la desaparición de Esther.
La constatación de que la mancha de la
moqueta de la parte derecha interior del maletero se corresponde con el ADN indubitado de Esther -aunque no se ha podido determinar el tipo de fluido, pues estaba muy degradado por la «limpieza», afirma el informe-, junto con restos de saliva de la joven en un hombro de la chaqueta que vestía el sospechoso la madrugada de autos, hace deducir a los investigadores que, después del atropello, la recogió e introdujo, aún con vida, dentro del maletero para luego ocultarla, bien en la casa familiar de la urbanización o en otro lugar indeterminado.
La hipótesis de que la víctima estuvo dentro de la vivienda pende, literalmente, de un hilo. Una
fibra, de muchas de las muestras analizadas, que podría corresponder por el diseño del nudo con el forro del chaquetón de lanilla color cámel que vestía la joven y que, según indicó la madre a la Guardia Civil, era completamente nuevo, lo acababa de estrenar el fin de semana anterior a su desaparición. Así que las supuestas marcas de arrastre que tienen los botones de la prenda, junto con dicha fibra, indicarían que el cuerpo habría estado allí.
El hecho de que Óscar S. ocultara, incluso a su familia, que, esa misma mañana del 13 de enero, regresó al menos dos veces a Traspinedo; la búsqueda de ubicaciones del entorno de la curva donde apareció el cuerpo de Esther; además del borrado de información de la centralita del coche, la primera vez, el 1 de febrero, diez días después de que los investigadores comprobaran el navegador «interesándose por los sistemas electrónicos de almacenamiento de datos», son otros indicios que, sumados, probarían la culpabilidad del, ya en este momento,
único investigado por la desaparición y muerte de Esther López.
Tres lagunas del informe: el lugar donde la ocultó, el tiempo a la intemperie y el motivo
El informe de la Guardia Civil no da respuestas concluyentes a preguntas como dónde se ocultó a Esther López tras el atropello, supuestamente todavía con vida, agonizando. Tampoco se determina cuánto estuvo el cadáver en la cuneta de la carretera de Traspinedo hasta que fue encontrado por un aficionado al senderismo, colaborador en búsqueda de personas desaparecidas, la mañana del sábado 5 de febrero de 2022. La Guardia Civil pone de manifiesto que la zona se batió los días 20 y 29 de enero con resultado negativo y apunta que «la posición del cuerpo y la orografía dificultaban notablemente su visualización desde la vía, al encontrarse en un talud descendente respecto de la carretera». El cuerpo, sostienen los investigadores, fue colocado en ese escenario pero no se sabe en qué momento entre esos 23 días que median entre que se denunció la desaparición y el hallazgo de su cadáver. Los forenses apuntan a que la joven pudo fallecer en pocas horas posteriores a su desaparición, aunque las lesiones que presentaba, inicialmente, no eran mortales en sí mismas si hubiera sido atendida en un hospital. Tampoco está claro el detonante que sentenció a muerte a la joven. No fue agredida sexualmente, según la autopsia, pero se deja entrever en el informe policial que las lesiones anteriores al atropello pudieron obedecer a algún desaire de tipo sexual y ello habría precipitado el crimen.