En mi época de jugador semi pro de poker online, antes de que la regulación se cargase el sector en España, llegaría a invertir como un cuarto de millón de euros sin haber depositado en total más de quinientos pavos de mi bolsillo.
Cuando colgué la baraja había ganado unos siete mil en seis años, aunque claro, este dinero vino tras echar muchas horas aprendiendo las bases matemáticas del juego y practicando las estrategias avanzadas de cierta escuela de poker online.
Nunca pasé de microlímites porque fui algo menos paquete que el jugador promedio, pero un colega que empezó poco antes que yo sí que lo hizo, el puto crack. Lleva más de quince años sin tener que trabajar y, con las ganancias que ha amasado desde entonces, podría comprarse un piso a tocateja hoy mismo.