El cadáver de
María Natividad Garayo Orbefue descubierto por un joven a las 3:40 de la madrugada del 7 de julio de 2002, a la altura del número 103 de la Avenida de Reina Victoria de Santander, junto a las escaleras que bajan a la playa de los Peligros. Presentaba 35 puñaladas.
Natividad Garayo, de 44 años, casada y madre de tres hijos, era profesora de Lengua y Literatura en el Colegio Británico de Madrid, y había ido a Santander a la boda de un primo suyo. Su cuerpo sin vida apareció arrodillado, con el tronco hacia adelante, el pelo sobre la cara, y en medio de un charco de sangre. La mayoría de las puñaladas estaban en el costado izquierdo de la mujer, algunas en el corazón y otras en los riñones. El criminal se había ensañado con ella. Los brazos, las manos y las muñecas de
Natividadpresentaban numerosos cortes, signo evidente de la desesperada lucha de la mujer por defender su vida hasta el final.
La reconstrucción del crimen: en busca de un porqué
La Policía constató que el móvil del crimen no había sido sexual ni tampoco el robo. La víctima no había sido forzada, y conservaba el dinero, el teléfono móvil y una pulsera de oro de gran valor. Los expertos de la Policía Científica no encontraron huellas ni restos biológicos de un posible agresor, ni en el cuerpo y la ropa de la víctima ni en las inmediaciones. Como quiera que no hubo testigos ni pistas, ni móvil aparente, los agentes reconstruyeron los últimos minutos de vida de
Natividad, analizando las grabaciones de vídeo de los invitados a la boda en el Club de Tenis de Santander e interrogando a los asistentes. De este modo se supo que a las 2:15 de la madrugada, la mujer estaba sentada sola en una mesa. Poco después se levanta y se dirige a su hermano, a quien le pide 20 euros para coger un taxi, y abandona el local rumbo a la casa familiar donde se alojaba.
Félix, el portero del club, corroboró que
Natividad le dio las buenas noches a eso de las 2:45, y comenzó a caminar, sola, por el paseo de Reina Victoria.
La víctima no tardó ni cinco minutos en encontrarse con su asesino o asesinos, a menos de 150 metros del banquete que acababa de abandonar. La autopsia reveló que la mujer opuso fuerte resistencia, antes de fallecer por 35 cuchilladas que le llegaron a romper el esternón, causadas por dos armas blancas distintas (34 de ellas por una navaja pequeña y la otra, por un estilete) aunque seguramente empuñadas por la misma persona.
El duro trabajo policial: investigando prisiones y psiquiátricos
La Policía hizo todo lo humanamente posible para esclarecer el asesinato: escrutó cada centímetro del escenario del crimen, interrogó a decenas de personas, visionó gran cantidad de vídeos, indagó en centros psiquiátricos y hospederías, investigó a presos que tenían permiso esa noche o que habían quedado en libertad en fechas inmediatas, pero no encontró ninguna pista fiable sobre el agresor. Los agentes también investigaron discretamente al marido de
Natividad, un abogado del Estado, y se encontraron con que formaban un matrimonio ejemplar. También rastrearon las llamadas efectuadas y recibidas en el teléfono móvil de la víctima durante los seis meses anteriores a su muerte, pero no había nada sospechoso. Tres años después de los hechos, un equipo de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Policía se incorporaba a las pesquisas, aunque con nulo resultado. Aunque el asesinato de
Natividad Garayo Orbe es uno de los más investigados por las Fuerzas de Seguridad en la historia reciente, en todos estos años no ha aparecido una sola línea de trabajo consistente para su resolución.
Artículo de José Manuel Gabriel
La profesora madrileña, que se encontraba en la capital cántabra para una boda, recibió 35 puñaladas, de madrugada, cuando caminaba sola por la calle
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