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Dos guardias civiles mueren tras ser embestidos por una narcolancha en Barbate

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Un tripulante de la narcolancha acusado de matar a dos guardias civiles en Barbate dijo al piloto: “Si le vas a dar, avísame que estoy grabando”​

La Fiscalía pidió prisión para los seis detenidos tras recopilar una decena de indicios contra ellos, entre ellos la declaración ante la jueza de uno de los arrestados​

Óscar López-Fonseca

ÓSCAR LÓPEZ-FONSECA
Madrid - 26 MAR 2024 - 16:45CET
La Guardia Civil traslada el pasado 12 de febrero a los juzgados de Barbate (Cádiz) a uno de los detenidos por la muerte de dos guardias civiles.
La Guardia Civil traslada el pasado 12 de febrero a los juzgados de Barbate (Cádiz) a uno de los detenidos por la muerte de dos guardias civiles.ROMÁN RÍOS ROMÁN RÍOS (EFE)

El atestado de la Guardia Civil que sirvió de base a la jueza para ordenar el ingreso en prisión de los seis detenidos como presuntos tripulantes de la narcolancha que asesinó a dos agentes de la Guardia Civil en Barbate (Cádiz) el pasado 9 de febrero detallaba una decena de indicios contra ellos. En la vistilla celebrada en los juzgados de la localidad gaditana en la que se decidió el encarcelamiento de todos, la fiscalía añadió uno más: en su declaración ante la magistrada, uno de los acusados admitió que en un momento dado le dijo al piloto: “Si le vas da dar, avísame que estoy grabando”. En sus declaraciones, los seis tripulantes habían negado ir a bordo de la narcolancha que provocó la tragedia, aunque sí admitieron estar en el puerto en una de las otras cinco que aquella noche habían buscado refugio en el puerto de Barbate.


Durante la vistilla, a cuya grabación EL PAÍS ha tenido acceso, la fiscal destacó que todos los detenidos habían reconocido que aquella noche estaban a bordo de una lancha con cuatro motores fueraborda y que, precisamente, aquella noche solo hubo una de estas características en el puerto. La representante del ministerio público añade que, según refleja el atestado de la Guardia Civil elaborado gracias a los vídeos grabados del suceso, esa embarcación era, además, la única que tenía dos antenas ―una que servía de radar y otra que daba cobertura a los teléfonos móviles de los tripulantes cuando estaban en alta mar―, lo que coincidía con las características que, según las imágenes, tenía la que causó la muerte de los agentes. Una de esas antenas, incidió la fiscal durante la vistilla, estaba desprovista de la carcasa blanca que suele proteger estos dispositivos, lo que también coincidía con la que embistió la zódiac de la Guardia Civil.
En su relato, la fiscal detalla que, tras el trágico suceso, se detectó la narcolancha dirigirse a la localidad de Sotogrande, donde descendieron tres de los ahora encarcelados: Jairo José Pérez González, José Antonio González Cazorla y David Gabarrón Navarro. Allí iban a ser recogidos por un coche al bordo del cual iban dos familiares de uno de ellos, que también fueron detenidos. Mientras, y gracias a las cámaras del Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) y de los equipos aéreos de la Guardia Civil, los investigadores pudieron seguir la narcolancha con los otros tres tripulantes durante horas. En ese tiempo, se observó cómo se ocultó tras un carguero supuestamente para recibir gasolina de otras dos embarcaciones, y finalmente dirigirse hacia la playa de La Línea de la Concepción, donde fue abandonada. Poco después eran arrestados los tres últimos tripulantes, Francisco Javier Martín Pérez, José Israel Árbol Ballesteros y Mustafá Chrayah.

El atestado policial destaca que el análisis de la narcolancha reveló la presencia en su casco de “daños compatibles con el impacto con otro objeto”, según destacó la fiscalía en su informe para pedir la prisión provisional de los seis detenidos. En concreto, detallaba que tenía daños tanto en la parte inferior del casco como en la línea de flotación que, según el informe de la Guardia Civil, son “compatibles” con la colisión con la zódiac en la que viajaban los dos agentes fallecidos y sus cuatro compañeros. Esto era supuestamente corroborado por los restos que aparecieron de pintura roja y amarilla, colores de la embarcación del instituto armado.
En su informe, el ministerio público destaca que los tripulantes de la narcolancha realizaron una navegación “muy peligrosa” en el puerto de Barbate y que, incluso, se alejaron de la zódiac de los agentes para poder coger velocidad para embestirla. Para la fiscalía, esta maniobra fue “coordinada y dolosa”, y no una simple imprudencia, que tenía como objetivo final chocar de manera frontal con la zódiac de la Guardia Civil y “pasar por encima de ella” a pesar de ser conscientes de que era una embarcación policial, como revelaban los distintivos luminosos que llevaba. “La posibilidad [de las víctimas] de defenderse fue nula” y los guardias civiles no pudieron hacer nada por esquivar el ataque, añadió la fiscal.

En este punto, la representante del ministerio público recalca como un indicio de que todos los tripulantes sabían que se iba a embestir a la zódiac el detalle de que ninguno cayó al agua porque se habían agarrado para evitarlo ante la maniobra. En este punto, la fiscal recuerda que uno de los detenidos, José Antonio González Cazorla, en su declaración ante la jueza, aseguró que le pidió al piloto que si le iba “dar”, le avisara para así poder sujetarse y no caer de la narcolancha. Este investigado, que se escudó en que subió a la barca únicamente para arreglar un motor, negó sin embargo que la narcolancha en la que estaba a bordo fuera la que embistió a los agentes. De hecho, aseguró que la en la que estaba siempre estuvo a 600 metros de la embarcación de la Guardia Civil y que desde allí grabó con el móvil lo que ocurría en el puerto, aunque en sus testimonio cayó en varias contradicciones sobre las que hizo hincapié la jueza en su interrogatorio. Este detenido insistió en que las grabaciones que supuestamente hizo con su móvil demostraban su versión, según se recoge en el vídeo de su grabación al que ha tenido acceso este diario.
La Fiscalía añade que, dada la potencia de la narcolancha, la “capacidad de corte” de las hélices de los motores ―que destrozaron los cuerpos de las víctimas―, los seis acusados “debían saber que iba a haber consecuencias sobre las personas” que iban en la zódiac embestida. Para la fiscalía, las declaraciones autoexculpatorias de los seis detenidos “no obedecen a la realidad, sino a un intento de evitar las consecuencias de los actos”.

 
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