Llegamos a casa, se enfadó y se fue, salí tras ella y no había manera, se sentó en las traseras de mi chalet y no conseguía llevarla a casa. Decidí ir a buscar el coche, iba mirando hacia donde la dejé y no ví que iba caminando. La subí a los asientos traseros después del impacto y llamé porque había perdido el móvil. Fuimos a casa, me puse nervioso, a simple vista no tenía heridas graves y decidí esperar por miedo a asumir la que se me venía encima. La cosa empezó a ponerse fea pero ya era tarde para llamar al 112, no podría justificar por qué había tardado tanto en socorrerla. Y el resto ya lo sabemos.