Para poder sembrar dudas razonables, Óscar hubiera necesitado recurrir a los servicios de un bufete de teórico prestigio como el de Daniel Sancho.
Cualquier investigado gana unos doce puntos de credibilidad en el momento en el que puede decir "me representan Balfagón y Chipirrás", aunque para pagar sus elevadas minutas tenga que hipotecarse hasta las cejas.
En cambio, si tu menguado o inexistente patrimonio sólo te permite costear los servicios de un par de abogadas de marca blanca que no se han visto en otra igual, no hay color amigos...