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La familia de Ana Buza consigue que su exnovio sea procesado por homicidio imprudente tras cinco años de lucha

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Cinco años después de que Ana Buza fuera hallada muerta en una cuneta de la A-4, cerca de la localidad sevillana de Carmona, el caso que durante este tiempo ha dividido posturas y generado dolor en su familia se dirige finalmente hacia el juicio. El exnovio de la joven se sentará en el banquillo acusado de un delito de homicidio imprudente, una calificación a la que se oponen con firmeza los padres de la víctima. La familia, que siempre ha defendido que aquello no fue un simple accidente, exigirá que la causa se juzgue como un homicidio doloso o asesinato, manteniendo que hubo violencia machista detrás de lo ocurrido.

La decisión del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Sevilla de llevar el caso a juicio por homicidio imprudente se basa en las investigaciones de la Guardia Civil y en los informes médico-forenses, que descartan la tesis del atropello intencionado. Según las conclusiones de la Fiscalía, que coincide con el criterio del juez, la joven de 19 años salió del vehículo en marcha y falleció por las graves lesiones sufridas. Estas pruebas determinan que el suceso no puede encuadrarse en un delito de asesinato ni de homicidio doloso, ya que los informes periciales, reconstrucciones del accidente e inspecciones en el lugar de los hechos no apuntan a una acción deliberada por parte del conductor.

Sin embargo, el Ministerio Público sí aprecia una conducta negligente al constatar que el coche circulaba a 117 km/h en un tramo limitado inicialmente a 80 km/h y después a 50 km/h por su proximidad a una curva pronunciada. Ese exceso de velocidad habría sido un factor determinante en la pérdida de control del turismo, generando el escenario en el que Ana Buza se vio expuesta a un desenlace fatal. La Fiscalía subraya además que el acusado ha ofrecido distintas versiones, sin aportar una explicación coherente de lo ocurrido en el interior del coche antes del fatal desenlace. El clima de tensión entre la pareja y la alteración que suponía la elevada velocidad refuerzan la idea de una imprudencia grave.

La familia de la joven, por su parte, se niega a aceptar que la muerte de Ana se enmarque en la mera negligencia. Desde el primer momento ha sostenido que no se trató de un suicidio ni de un accidente fortuito. Contrató peritos, ingenieros y criminólogos para intentar demostrar que, a esa velocidad, es improbable que la puerta del vehículo se abriera y que la joven saliera del habitáculo por su propia voluntad. Según su versión, Ana podría haberse bajado y, ya en la cuneta, habría sido atropellada de forma intencionada por su entonces pareja. El padre de Ana insiste en que fue un crimen machista y afirma con rotundidad: “No fue un accidente, él la mató”.

La lucha de la familia ha sido larga y dolorosa. Apenas 36 horas después del suceso, la causa se archivó al considerarse un suicidio. Fue la tenacidad del padre de la víctima, aportando nuevas pruebas y testimonios, lo que condujo a la Audiencia Provincial a reabrir la instrucción, obligando a nuevas diligencias y peritajes. Estos esfuerzos sirvieron para que el caso llegara finalmente a un juzgado de Violencia sobre la Mujer, lo que ya supuso una primera victoria simbólica para quienes defienden la hipótesis del crimen de género.

Aun así, las conclusiones finales de las autoridades no han variado: no hay indicios suficientes que sustenten una acción dolosa. El juez ha dado por terminada la instrucción y ha abierto la vía al juicio por homicidio imprudente, un delito castigado con penas de entre uno y cuatro años de prisión. La acusación particular, sin embargo, tiene previsto recurrir de inmediato esta calificación, buscando que la causa se examine con mayor amplitud probatoria y ante un tribunal del jurado, lo que permitiría introducir todos los indicios y pruebas que han ido recabando en estos cinco años.

Mientras, la defensa del acusado también recurrirá, al entender que la velocidad no es una causa directa y suficiente para imputarle la muerte de la joven. Sostiene que el resultado habría sido el mismo, a 117 km/h que a 80 km/h, si Ana realmente salió del coche voluntariamente. Alega, por tanto, que no existe una relación causal entre su conducta y el fallecimiento.

La última palabra la tendrá el tribunal que juzgue el caso. Dependiendo de si se mantiene la calificación de homicidio imprudente o se abre la vía para considerar un delito más grave, el desenlace de este prolongado procedimiento marcará no solo la pena a imponer, sino también la interpretación oficial que la Justicia dará a la trágica muerte de Ana Buza. Entre tanto, su familia mantiene viva la esperanza de que se reconozca lo que, para ellos, siempre ha estado claro: Ana no se quitó la vida ni murió en un lamentable accidente, sino que fue víctima de un acto violento y deliberado.
 

Vuelco judicial: un auto cuestiona que la muerte de Ana Buza fuera accidental y apunta que su novio pudo atropellarla​

La Audiencia de Sevilla estima cinco años después que la tesis de que su muerte fuera causada por el atropello del coche que conducía su novio tiene “importantes visos de verosimilitud”

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La Audiencia de Sevilla estimada parcialmente el recurso de la acusación particular “vistos los indicios apuntados acerca de que la víctima podría haber sido atropellada” por su novio, que conducía el coche durante los hechos y que ya había sido procesado por homicidio imprudente.

La Audiencia estima que la tesis de la acusación particular de que la muerte de Ana Buza se produjo por un atropello con la parte lateral derecha del turismo del investigado, cuando la víctima se hallaba de pie fuera del coche junto a la valla de la autopista, “tiene, siquiera indiciariamente, importantes visos de verosimilitud, frente a la tesis inicial de los médicos forenses que estimaron que la muerte se produjo por la salida de la fallecida del coche cuando éste circulaba a alta velocidad, en lo que podría haber sido un acto autolítico”.

Reconoce la Audiencia que se trata de “un suceso ciertamente complejo”, habiéndose practicado la declaración del investigado, la de varios testigos, ninguno de los cuales presenció directamente el suceso, habiéndose emitido numerosos informes periciales en la causa, tanto de carácter oficial por parte de médicos forenses del Instituto de Medicina Legal de Sevilla, como de agentes de la Guardia Civil de Tráfico, así como informes médico-forenses y de peritos ingenieros aportados por la acusación particular, emitiendo todos ellos “detallados informes a la vista de las pruebas y vestigios obtenidos, llegando sin embargo a conclusiones muy divergentes acerca de cómo habrían acontecido los hechos que desembocaron en el fatal desenlace”.

Una hipotésis que “encaja” con las lesiones​


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En el auto se explica que tras “el detenido examen de las diligencias de pruebas unidas a las actuaciones y en especial de la lectura de los informes periciales y examen de las imágenes de la fallecida, croquis y fotografías del lugar de los hechos”, el tribunal concluye que, “en principio, no resulta en absoluto descartable que la muerte de la joven Ana Buza se produjera a consecuencia del atropello de la misma” por parte del vehículo “conducido por el investigado” cuando ella “se encontraba fuera del turismo, en el arcén de la autovía A4, a la altura del km. 511, sentido a Sevilla”, esto es, la tesis que sostiene la acusación particular.

Habrá jurado popular​


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También comentan los jueces que “la única persona que podría haber arrojado luz sobre cómo se produjeron los hechos de autos, -en ausencia de testigos presenciales o de imágenes de cámaras-, sería el investigado, quien ha ofrecido respuestas evasivas y explicaciones poco verosímiles y contradictorias a lo largo de la causa”. El auto también recuerda que el agente de la Guardia Civil que intervino la noche de autos en el lugar de los hechos manifestó que le costó mucho trabajo tomarle declaración al ahora investigado, quien estaba sumamente nervioso y que daba versiones diferentes de los hechos, señalando el testigo referido que no veía las cosas claras, que parecía que había dos siniestros distintos y que por ese motivo requirió la intervención de la Policía Judicial a fin de que se esclarecieran los hechos.​

 
Tremendo el cómo la familia ha conseguido dar un vuelco al caso, por encima de la investigación, mostrando el valor de los informes aportados por la acusación particular:

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Sobre los restos del atropellado/a en el vehículo:

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