CrimeTrueCrime | El Foro del Crimen
Un espacio participativo y especializado en True Crime. Aquí encontrarás información actualizada y noticias sobre casos de crímenes reales y compartir tu opinión y análisis. Te invitamos a registrarte para convertirte en un miembro de la comunidad de CrimeTrueCrime, el Foro del Crimen.

Juana Canal: Jesús Pradales condenado a 14 años por el asesinato tras dos décadas de misterio

  • Iniciador del tema Iniciador del tema LECrim
  • Fecha de inicio Fecha de inicio
  • Featured
1728307194269.png

El caso de la desaparición y asesinato de Juana Canal ha llegado a una conclusión judicial tras más de dos décadas de incertidumbre, sufrimiento y lucha por la justicia. Jesús Pradales, la última pareja de Juana, ha sido condenado a 14 años de prisión por el homicidio intencionado de la mujer, a quien mató en febrero de 2003 en el transcurso de una discusión en su domicilio en Ciudad Lineal, Madrid. La sentencia también incluye una indemnización de 118.000 euros para el hijo de la víctima y de 22.000 euros para cada uno de sus hermanos. A continuación, se presenta un resumen detallado de los principales hechos, las deficiencias de la investigación y el resultado final del juicio.

Una noche de febrero de 2003: El crimen de Juana Canal

El 23 de febrero de 2003, Jesús Pradales mató a Juana Canal durante una discusión en el domicilio que ambos compartían en el barrio de Ciudad Lineal, Madrid. Según la versión del acusado, Juana estaba agresiva debido a los efectos del alcohol y, en medio de una pelea, la apartó con el brazo, provocando que se golpeara contra el suelo y muriera de manera "accidental". Sin embargo, los detalles que se revelaron posteriormente demuestran una historia muy diferente, marcada por violencia y un intento deliberado de ocultar el crimen.

Después de la muerte de Juana, Pradales decidió deshacerse del cuerpo. En un lapso de 26 horas, descuartizó el cadáver, lo trasladó 170 kilómetros hasta un paraje remoto en la provincia de Ávila y enterró los restos en dos hoyos. Luego, regresó a su domicilio y dejó una nota al hijo mayor de Juana, Sergio, en la que explicaba que su madre se había marchado después de tomar pastillas. La falta de pistas claras y una investigación deficiente en ese momento hicieron que la desaparición fuera considerada voluntaria, cerrando así la posibilidad de una búsqueda más exhaustiva por parte de las autoridades.

La investigación que nunca se realizó

Uno de los aspectos más controversiales de este caso fue la falta de diligencia de las autoridades durante los primeros años tras la desaparición de Juana Canal. La Policía trató la desaparición como si fuese voluntaria y no forzosa, lo cual resultó en que no se llevara a cabo una investigación exhaustiva en un momento crítico. La familia de Juana, incluyendo a su hijo y hermanos, nunca creyó la versión oficial y comenzó una búsqueda incansable.

Jesús Pradales rehizo su vida tan solo cuatro meses después de la desaparición de Juana. Se casó y tuvo cuatro hijos, mientras la familia de la víctima vivía en una constante incertidumbre, sin respuestas y sin noticias. La desesperación por saber qué había ocurrido se mantuvo durante 16 años, hasta que un hallazgo casual cambió el curso de la investigación.

El hallazgo de los restos de Juana Canal en 2019

El 17 de abril de 2019, dos excursionistas encontraron restos óseos humanos en un paraje natural en la provincia de Ávila. El posterior análisis de ADN reveló que pertenecían a Juana Canal, la mujer cuya desaparición había sido denunciada en Madrid en 2003. El lugar del hallazgo estaba cercano a una propiedad familiar de Jesús Pradales, un hecho que resultó clave para la investigación. Sin embargo, un problema burocrático impidió que el juzgado contactara con los familiares de Juana hasta 2022, lo que retrasó considerablemente el inicio de la investigación formal sobre su muerte.

Finalmente, las pesquisas fueron llevadas a cabo con rapidez por la policía judicial de Ávila y la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) Central, debido a la premura de que el caso estaba a punto de prescribir. Las pruebas que se habían desestimado o ignorado en los años iniciales cobraron relevancia y apuntaron hacia Pradales como el principal sospechoso. En octubre de 2022, Jesús Pradales fue arrestado y, posteriormente, acabó confesando. A pesar de la confesión, él sostuvo que la muerte de Juana había sido un accidente.

El juicio y la condena

El juicio contra Jesús Pradales se celebró en la Audiencia Provincial de Madrid. Durante el proceso, Pradales mantuvo su versión de los hechos, insistiendo en que la muerte de Juana fue accidental, producto de un golpe tras apartarla en medio de una discusión. No obstante, el tribunal, compuesto por un jurado popular, no aceptó esta versión de los hechos. Los miembros del jurado respaldaron la tesis de la fiscal y del abogado de S.O.S Desaparecidos, Juan Manuel Medina, quienes argumentaban que Juana Canal no murió de forma accidental, sino que fue víctima de una acción violenta premeditada.

La fiscalía y la acusación particular habían solicitado una condena de 15 años para Pradales, pero el tribunal finalmente lo condenó a 14 años de prisión, al considerarlo responsable de un delito de homicidio con la agravante de parentesco. Durante su alegato final, la fiscal subrayó que la muerte de Juana fue "el resultado de una acción agresiva en la que Jesús asumió el riesgo", destacando el tiempo y esfuerzo que dedicó a ocultar el crimen: "En 26 horas, la descuartiza, que no es fácil, conduce 170 kilómetros, cava dos hoyos, entierra los restos óseos, vuelve y deja la nota a Sergio, el hijo mayor de Juana, en la que le escribe que su madre ha tomado pastillas y se ha ido".

El tribunal se negó a apreciar cualquier atenuante de confesón, ya que Jesús Pradales nunca acudió voluntariamente ante las autoridades para confesar lo sucedido. Solo admitió su implicación una vez que las pruebas fueron abrumadoras y se enfrentaba a una acusación inevitable. El tribunal consideró que su conducta después del crimen, incluyendo su decisión de rehacer su vida tan rápidamente y el intento deliberado de ocultar los restos, demostraban una total falta de arrepentimiento y de respeto por la vida de Juana y el sufrimiento de sus familiares.

Impacto en la familia de Juana Canal

La familia de Juana Canal ha vivido dos décadas de dolor, incertidumbre y lucha constante por justicia. Su hijo, Óscar, que tenía 18 años al momento de la desaparición de su madre, se enfrentó a una situación desesperada tras la pérdida de Juana. No solo tuvo que afrontar el duelo por la pérdida de su madre, sino que además se vio obligado a abandonar el domicilio familiar al no poder hacer frente a los gastos del alquiler. Durante el juicio, quedó demostrado que Óscar nunca perdió la esperanza de saber qué había ocurrido con su madre, aunque finalmente falleció sin llegar a conocer la verdad.

Los hermanos de Juana también sufrieron profundamente la desaparición y la falta de respuestas por parte de las autoridades. La falta de una investigación adecuada desde un principio generó un sentimiento de abandono y desamparo. La sentencia de Pradales, aunque insuficiente para reparar el daño sufrido, al menos cierra un capítulo doloroso en la historia de la familia, quienes han tenido que convivir con la incertidumbre y el dolor durante más de veinte años.

Una justicia que llega tarde

El caso de Juana Canal es un ejemplo doloroso de cómo las deficiencias en la investigación de una desaparición pueden tener consecuencias devastadoras para las víctimas y sus familias. La falta de protocolos adecuados de búsqueda de desaparecidos y de atención a posibles casos de violencia de género en 2003 hicieron que el crimen de Juana Canal quedara sin resolver durante demasiado tiempo. La fiscalía lamentó en su momento la falta de acción oportuna por parte de la Policía, que trató la desaparición como voluntaria y no forzosa.

Aunque la sentencia de 14 años de prisión no puede devolver la vida a Juana ni borrar el sufrimiento de sus seres queridos, al menos representa un intento de hacer justicia. El trabajo de la Asociación S.O.S Desaparecidos y la perseverancia de la familia Canal fueron fundamentales para que este caso finalmente pudiera ser resuelto. La sentencia sirve como un recordatorio de la importancia de una respuesta diligente y adecuada ante las desapariciones, para evitar que casos como el de Juana Canal queden impunes.

Este proceso judicial también destaca la necesidad de mejoras sistémicas en la forma en que se gestionan las denuncias de desaparición y se investigan los casos de violencia de género. La historia de Juana Canal es, lamentablemente, un reflejo de cómo muchas víctimas de violencia machista no reciben la protección que necesitan, y cómo sus familias pueden verse abandonadas por el sistema en su momento de mayor vulnerabilidad.


 
Última edición:
Atrás
Arriba