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Fenómeno de “manos de lavandera” en cadáveres y el posible papel del rocío y la escarcha en entornos fríos

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LECrim

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Fenómeno de “manos de lavandera” en cadáveres y el posible papel del rocío y la escarcha en entornos fríos


La denominación “manos de lavandera” (washerwoman’s hands) describe el aspecto arrugado y blanquecino de la piel en las palmas de las manos (y con frecuencia las plantas de los pies) de un cadáver expuesto a un medio húmedo durante un periodo prolongado. Este signo, de gran valor forense, se atribuye a la maceración cutánea, proceso por el que el estrato córneo de la epidermis absorbe agua y se reblandece hasta llegar al desprendimiento de capas epidérmicas. Aunque el agua líquida (como la de ríos, lagos o charcos) es la responsable más frecuente de este fenómeno, surge la duda de si el rocío, la humedad atmosférica o incluso la escarcha pueden ocasionar un efecto similar, particularmente en lugares fríos y sombríos donde las temperaturas descienden por debajo de 0 °C durante la noche.

1. Fundamentos fisiopatológicos de la maceración cutánea

La piel humana, formada por la epidermis y la dermis, posee una capa córnea (la más externa de la epidermis) compuesta por queratinocitos muertos con alta capacidad de retener agua. En vida, el equilibrio hídrico se regula mediante mecanismos fisiológicos (como la sudoración y la función de barrera), pero tras la muerte, la piel pierde esta autorregulación y queda expuesta a la absorción pasiva de humedad. Cuando el cadáver se halla en contacto continuo con agua o en un entorno con humedad muy elevada, las células cargadas de queratina se hinchan y la epidermis puede desprenderse “en guante” (glove peeling). Este fenómeno, conocido como “manos de lavandera”, se observa con frecuencia en ahogamientos o en cuerpos sumergidos durante días (Knight y Saukko, 2016). Sin embargo, la literatura también describe casos de maceración en ambientes pantanosos, pisos encharcados o cámaras frigoríficas con alta condensación (Reddy y Murty, 2017).

2. El rol del rocío en la formación de “manos de lavandera”

El rocío se produce cuando el vapor de agua contenido en el aire se condensa sobre superficies frías, por debajo del punto de rocío nocturno. Estas diminutas gotas pueden llegar a humedecer de manera significativa la superficie de un cuerpo, especialmente si pasa varias horas expuesto a la intemperie. Sin embargo, para que se desencadene una maceración notable, se requiere un volumen de agua relativamente continuo y prolongado en contacto con la piel (Payne-James et al., 2016). El rocío, por lo general, se evapora con la luz del día o cuando la temperatura aumenta, dificultando que exista un período ininterrumpido de humedad que favorezca la maceración intensa.


Pese a ello, en lugares con niebla densa, pluviometría elevada o clima muy húmedo, el rocío puede sumarse a otros factores (por ejemplo, charcos, suelo empapado o lluvia intermitente). En tales escenarios, la piel del cadáver permanece en contacto prácticamente constante con la humedad, lo que sí resultaría más plausible para causar un arrugamiento cutáneo significativo. Sin embargo, la bibliografía forense recoge pocos o ningún caso en el que el rocío, por sí solo, genere “manos de lavandera” tan marcadas como en sumersión (Knight y Saukko, 2016).

3. Condiciones frías y sombrías: el caso de la escarcha

Cuando las temperaturas descienden aún más, por ejemplo hasta los -7 °C, es habitual la formación de escarcha. Esta aparece cuando la humedad del aire se congela directamente sobre superficies frías. Si un cadáver se encuentra en un lugar sombrío, como una cuneta, donde durante la noche se alcanzan temperaturas de -7 °C, puede quedar cubierto por una capa de escarcha que también aporta humedad en estado sólido. Al llegar el día o con leves fluctuaciones de temperatura, parte de esa escarcha se descongela e impregna la superficie del cuerpo con agua líquida.
Sin embargo, el proceso de maceración requiere que el agua penetre y se mantenga en la piel durante un lapso extenso (Reddy y Murty, 2017). En escenarios con temperaturas muy bajas, la piel se enfría hasta tal punto que la acción enzimática y bacteriana disminuye, ralentizando los cambios post mortem. Además, las capas superficiales pueden congelarse, dificultando la penetración de más agua en la epidermis. De hecho, las temperaturas bajo cero suelen retardar o incluso bloquear ciertos procesos de descomposición, incluido en parte el de maceración. Si bien es posible que el deshielo intermitente libere pequeñas cantidades de agua y humedezca localmente el cuerpo, el contacto con el líquido en estas condiciones suele ser menos prolongado que el de un escenario con temperaturas moderadas donde el agua permanece en estado líquido de forma continua (Knight y Saukko, 2016).
Por consiguiente, una cuneta sombría a -7 °C podría recubrir el cadáver de escarcha y mantenerlo húmedo al descongelarse parcialmente durante el día. Aun así, el enfriamiento acusado y las fluctuaciones de temperatura hacen menos probable que se dé una maceración tan marcada como en un entorno templado con humedad estable y persistente. Podrían apreciarse ciertos grados de maceración leve en las zonas donde el agua líquida se acumuló o estuvo en contacto más constante (por ejemplo, si hay un charco helado debajo del cadáver que se derrite y vuelve a congelarse), pero no es lo habitual encontrar “manos de lavandera” avanzadas exclusivamente por la escarcha.

4. Interpretación forense

En medicina forense, la aparición de “manos de lavandera” se considera una pista orientativa. Suele indicar que el cuerpo ha permanecido en contacto con líquido (o humedad muy alta) durante un tiempo suficiente como para que la queratina cutánea se sature de agua. Sin embargo, no debe tomarse este signo de forma aislada para determinar el intervalo post mortem o la causa de la muerte. El especialista debe examinar otros factores, como la rigidez, la lividez, la putrefacción y la fauna cadavérica, además de recopilar datos meteorológicos de la zona (registros de temperatura, precipitaciones, formación de escarcha, etc.).
Si el cuerpo se halla en una cuneta sombría con temperaturas inferiores a 0 °C, sería imprescindible investigar si hay indicios de que el cadáver haya estado cubierto por agua líquida (como pequeñas corrientes o charcos congelados), o si se produjeron alternancias de frío y leve calor diurno que favorecieran la formación de humedad persistente sobre la piel. De encontrarse maceración considerable, el forense tendría que valorar la posibilidad de que el cuerpo hubiese estado sumergido anteriormente en otro lugar, y posteriormente trasladado a la cuneta. Del mismo modo, si se detectan signos de maceración en un entorno en el que tan solo se ha documentado escarcha o rocío, habría que descartar la existencia de lluvias recientes o charcos ocultos en los que el cadáver pudo haber estado en contacto con agua más tiempo de lo inicialmente aparentado (Payne-James et al., 2016; Reddy y Murty, 2017).

Conclusiones

El fenómeno de “manos de lavandera” es un hallazgo forense indicativo de maceración cutánea por absorción de agua. Aunque frecuentemente se asocia con inmersión en medios acuáticos, también puede presentarse en situaciones de alta humedad ambiental, suelos encharcados o entornos que combinen rocío, lluvias intermitentes y temperaturas moderadas. Sin embargo, en lugares fríos y sombríos, como una cuneta donde se registran -7 °C y se forma escarcha, la dinámica de la maceración se ve modificada: el agua tiende a congelarse, y los ciclos de descongelación no siempre ofrecen la persistencia de humedad que requiere la piel para arrugarse de manera tan marcada. Puede aparecer maceración leve en zonas puntuales, pero es menos frecuente hallar “manos de lavandera” avanzadas debidas exclusivamente a la acción del rocío o de la escarcha. Por ello, el perito debe evaluar el escenario con un enfoque integral, considerando la temperatura, la humedad, las precipitaciones y la posibilidad de traslados del cuerpo, a fin de interpretar correctamente este signo y reconstruir las circunstancias de la muerte.


Referencias


  • Knight, B. & Saukko, P. (2016). Knight’s Forensic Pathology (4th ed.). CRC Press.
  • Payne-James, J., Byard, R. W., Corey, T. S., & Henderson, C. (2016). Encyclopedia of Forensic and Legal Medicine (2nd ed.). Academic Press.
  • Reddy, K. S. N., & Murty, O. P. (2017). The Essentials of Forensic Medicine and Toxicology (34th ed.). Jaypee Brothers Medical Publishers.
 
En toda la zona la humedad relativa durante esas tres semanas estuvo entre el 90-100%, pero hay que recordar que la mano izquierda estaba entre el cuerpo y el terreno (la de maceración más acusada) y la derecha junto a la cabeza y cubierta por el abrigo.

Pese a ello, se puede observar en ella que la maceración corresponde a la zona de apoyo contra el terreno. El tiempo promedio necesario para desarrollarse ese efecto depende de la temperatura ambiental y de la humedad, pero la tabla que conozco solo se refiere a casos de inmersión completa de un cadáver así que toca tirar de Chat GPT.

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En toda la zona la humedad relativa durante esas tres semanas estuvo entre el 90-100%, pero hay que recordar que la mano izquierda estaba entre el cuerpo y el terreno (la de maceración más acusada) y la derecha junto a la cabeza y cubierta por el abrigo.
Pero esa es la humedad máxima, durante el día la humedad baja considerablemente hasta valores relativamente bajos.

Hay que recordar, además, que no llovió en todos esos días.

No sé si estará documentado algún caso donde haya sucedido algo similar porque es un fenómeno realmente extraño en esa cuneta. Curiel cuando comentaba lo del posible traslado comentaba precisamente lo de las manos de lavandera.
 
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