LECrim
Well-known member

Un reciente estudio de la Universidad de Portsmouth ha sacudido el ámbito de la ciencia forense al mostrar cómo los huevos y las larvas de la mosca azul (Calliphora vicina) pueden retener esperma, ofreciendo una vía novedosa para recabar evidencias de ADN en casos de agresiones sexuales y otros delitos graves. Este hallazgo, publicado en la revista Journal of Forensic Entomology y difundido por medios como Mirage.News, sugiere que la entomología forense puede ir más allá de la determinación aproximada de la hora de la muerte para incluir la identificación de posibles sospechosos, incluso en escenarios con escasas pruebas convencionales.
La investigación, liderada por la estudiante de doctorado Alexine Clarke y la profesora principal de Ciencias Forenses, la Dra. Katherine Brown, se planteó una pregunta inicial muy concreta: ¿pueden los huevos y larvas de la mosca azul retener esperma lo suficiente como para permitir la obtención de un perfil genético que vincule al perpetrador con la escena del crimen? Este interrogante surge de la premisa de que, cuando hay semen presente en un cadáver u otra superficie tras una agresión sexual, las moscas se sienten atraídas por el material en descomposición y pueden ingresar en contacto con ese fluido biológico. A partir de ahí, es posible que los insectos adquieran y conserven células espermáticas en su interior o adheridas a su superficie.
Para poner a prueba esta teoría, los investigadores diseñaron un experimento que imitara condiciones forenses lo más reales posible. Se aplicó una pequeña cantidad de semen de jabalí sobre la piel de cerdos para recrear la presencia de evidencia biológica en un contexto de descomposición. Con el tiempo, las moscas acudieron a los restos y depositaron cientos de huevos, que luego dieron lugar a larvas de distintas edades. Se recolectaron muestras en varias etapas de desarrollo: desde huevos recién puestos y larvas muy jóvenes, que fueron lavadas y congeladas inmediatamente, hasta larvas que crecieron hasta casi transformarse en pupas. En todos los casos, se procedió a lavar cuidadosamente los especímenes y a analizar su contenido intestinal en busca de células espermáticas.
La técnica empleada para esta detección es la llamada “extracción diferencial”. Consiste en separar los espermatozoides de otras células, como las de piel de los lechones, mediante procesos de centrifugado y análisis microscópico. Los resultados fueron contundentes: al menos la mitad de las muestras contenían espermatozoides intactos, claramente visibles al microscopio. El hecho de hallarlos en el interior de las larvas o sobre sus envolturas externas revela que estos insectos pueden ser portadores involuntarios de valiosas evidencias genéticas. Además de confirmar la posibilidad de detectar ADN, el estudio subraya la relevancia de que sea esperma, ya que no solo indica la fuente del material genético, sino también la “actividad” o naturaleza del delito, lo que puede fortalecer la acusación en casos de agresión sexual.
La comunidad científica ve con optimismo esta línea de investigación, aunque también reconoce que aún existen retos significativos por resolver. Uno de los principales factores es el paso del tiempo: la descomposición avanza con rapidez, y tanto el fluido biológico como los propios insectos sufren transformaciones. Las condiciones ambientales —temperatura, humedad, exposición a la luz solar— pueden acelerar o ralentizar la degradación del ADN, dificultando la preservación de pruebas que puedan ser analizadas en el laboratorio. Otra cuestión es la variabilidad propia de cada especie de mosca, pues la mosca azul no es el único insecto que se alimenta de tejidos en descomposición, y en distintas regiones o épocas del año pueden ser otras especies las presentes.
Pese a estos obstáculos, el estudio ha despertado interés porque abre la puerta a innovaciones en la recolección de evidencias. Cuando las técnicas forenses convencionales fracasan —por ejemplo, si el cuerpo o la escena del crimen se encuentran en un estado de degradación muy avanzado—, el hallazgo de moscas, huevos o larvas podría proporcionar pistas que de otro modo serían inaccesibles. El objetivo a largo plazo es perfeccionar métodos de biología molecular que permitan, incluso con cantidades mínimas de material espermático, obtener un perfil de ADN lo bastante sólido como para presentarlo como prueba en un juicio.
En ese sentido, la Dra. Brown y su equipo están explorando también la viabilidad de la Identificación de ADN de Células Únicas (SCAnDI), una estrategia encaminada a analizar trazas extremadamente pequeñas de material genético y que podría optimizarse para estudiar el ADN “transportado” por los insectos. Este enfoque permitiría sortear problemas de degradación, al centrarse en apenas unas pocas células, pero exige protocolos de laboratorio muy refinados y equipamiento de alta tecnología.
La repercusión de estos hallazgos no se limita al campo académico. Es un avance potencialmente muy útil para la policía y para la justicia, sobre todo en la lucha contra la violencia de género y la violencia sexual, crímenes en los que, con demasiada frecuencia, las víctimas o los cuerpos hallados no presentan evidencias físicas suficientes. En la práctica, identificar al autor de un delito basado únicamente en las larvas que aparecen en la escena puede sonar futurista, pero la historia de la criminalística está repleta de innovaciones que pasaron del laboratorio al terreno real en cuestión de años.
Clarke, la principal investigadora, ya tiene planes de profundizar en estos trabajos como parte de su doctorado, con la finalidad de producir un método estandarizado. Será crucial estudiar cómo el clima, la geografía y otras variables afectan la recolección y análisis de las muestras, así como la posibilidad de extrapolar los resultados a otros insectos carroñeros. Si el ADN permanece identificable en la etapa de pupa o de mosca adulta, se ampliaría aún más la “ventana de oportunidad” para recabar evidencias sólidas después de ocurrido el crimen.
En definitiva, la detección de esperma en larvas de la mosca azul representa un hito en la entomología forense que va más allá de la estimación de la data de la muerte. Este nuevo enfoque suma otra capa de utilidad a la participación de los insectos en la escena del crimen, transformándolos, paradójicamente, en aliados involuntarios de la justicia. Aunque queda un largo camino de investigación por delante —y muchos factores externos que podrían complicar la adopción de esta técnica de forma rutinaria—, los avances alcanzados hasta ahora muestran que la recolección de ADN a partir de moscas y sus larvas no es mera ficción científica, sino una realidad emergente con implicaciones profundas para la resolución de casos complejos y la protección de las víctimas.

Blowfly Maggots' Sperm Key to Solving Crimes
Blowfly eggs and larvae can carry crucial evidence, like sperm, which could help in sexual assault investigations, a new study from the University of
