
La mayoría de nosotros ha utilizado Google Street View para ver la fachada de una casa en venta, decidir dónde cenar o curiosear qué hay en la esquina de la siguiente calle. Un vistazo rápido y práctico a cualquier rincón del mundo sin moverse del sofá. Lo que pocos imaginan es que, en un perdido pueblo de la España vaciada, esta herramienta iba a capturar, casi por casualidad, una escena clave en la investigación de un crimen. Un crimen brutal que, entre el mutismo de sus protagonistas y el desconcierto de unos vecinos acostumbrados a la tranquilidad, ha hecho que el nombre de Tajueco (Soria) y el de su vecino “El Lobo” suenen con fuerza en las páginas de sucesos.
Un pueblo pequeño, un suceso enorme
Tajueco es una localidad de unos 50 habitantes, un lugar donde la vida fluye con la parsimonia típica de la provincia soriana. Hasta hace nada, la noticia más relevante podía ser la llegada del panadero o la sustitución de un poste de la luz. Pero en octubre de 2024, el coche de Google Street View volvió a recorrer sus calles tras 15 años sin pasarse por allí. Y esa nueva captura rutinaria —una más entre las miles que la compañía hace cada día— aportaría una imagen peculiar: un hombre, con una chaqueta del Club Deportivo Numancia, cargando un gran saco blanco con forma sospechosa hacia el maletero de un Rover 200 rojo. En un primer vistazo, podría ser cualquier cosa: leña, patatas, piñas secas para la chimenea o hasta un colchón viejo. Nadie esperaba que, meses después, esa instantánea fuera analizada con lupa por la Policía Nacional, que buscaba pistas de un crimen escalofriante: la desaparición y posterior descuartizamiento de Jorge Luis Pérez Ochandarena, un ciudadano cubano desaparecido desde noviembre de 2023.
Un año sin Jorge Luis, un mensaje inquietante
Jorge Luis había llegado a España desde Cuba para encontrarse con la mujer con la que se casó en su país. La historia, a priori, no tenía nada de particular. Sin embargo, en noviembre de 2023, el hombre dejó de dar señales de vida. Su primo, preocupado por la falta de comunicación, presentó una denuncia. Lo que despertó sus sospechas fue un extraño mensaje de WhatsApp donde Jorge Luis afirmaba haber conocido a otra chica y que “se marchaba de Soria”. Además, decía que haría desaparecer su teléfono. El primo encontró el tono del mensaje demasiado forzado, algo no cuadraba. Fue la alerta definitiva: Jorge Luis no era de dejar cabos sueltos ni desaparecer sin más. Había que investigar.
La Policía Nacional empezó a hilar cabos. Entrevistaron a la mujer cubana, identificada como Susana aunque algunos vecinos la conocían como Alicia. Ella negó tener relación sentimental con Jorge Luis, asegurando que era más una persona a la que acogía o algo circunstancial, sin mayor importancia. Sin embargo, los investigadores sospechaban que esa relación era más compleja. Además, había otro individuo en el triángulo: Manuel, apodado “El Lobo de Tajueco” por un tatuaje de lobo en su brazo y su carácter solitario. Una figura enigmática, con antecedentes penales y cierta fama de “tipo raro”, aunque no excesivamente notoria. Sus vínculos con Susana y la posible relación de ambos con la desaparición de Jorge Luis comenzaron a acaparar la atención policial.
Google Street View: la foto que nadie esperaba
En medio de la investigación, el destino (o la ironía) colocó en escena al coche de Google Street View. Durante años, el vehículo con cámaras de 360 grados no había pisado las solitarias calles de Tajueco. ¿Por qué regresar ahora? ¿Coincidencia, fatalidad, o simple rutina de actualización? Lo cierto es que las imágenes tomadas en octubre de 2024 mostraban una escena que sería difícil imaginar en otro contexto: un hombre, con esa chaqueta del Numancia, manipulando un saco blanco con forma humana en la esquina de una calle. Meses después, los agentes encontraron el torso de Jorge Luis, desmembrado, enterrado en el cementerio de Andaluz, un pueblo cercano con apenas 19 habitantes.
Las imágenes de Street View no fueron “la prueba definitiva”, pero sí un apoyo visual que, junto a otras pesquisas, ayudó a encajar las piezas. La policía ya había avanzado en la investigación a través de la triangulación de los teléfonos móviles de las tres personas implicadas. El posicionamiento de los terminales ubicaba a la víctima, a Susana y a Manuel en los mismos lugares y momentos. Por si fuera poco, las escuchas telefónicas también apuntaban a un encubrimiento. Con todo ello, los agentes decidieron actuar: el 12 de noviembre de 2024, Manuel “El Lobo” y Susana fueron detenidos, él en Soria y ella en Aragón, donde permanece en la prisión de Zuera.
El hallazgo macabro en el cementerio
En diciembre, tras un mes de pesquisas más intensas y aprovechando la información obtenida, la Policía registró el cementerio de Andaluz y encontró el torso desmembrado de una persona en un agujero. La terrible conclusión era evidente: se trataba del cuerpo de Jorge Luis. A falta de la confirmación final por pruebas forenses, todo apuntaba a ello. Susana, la mujer cubana, se derrumbó tras su detención y confesó que el torso encontrado pertenecía a su exmarido, Jorge Luis. Una revelación que no sólo aclaraba el panorama, sino que terminaba de hundir cualquier coartada que la pareja de presuntos homicidas pudiera haber estado tejiendo.
La investigación continúa bajo secreto de sumario, y aún faltan el resto de extremidades y la cabeza. Es probable que estén enterradas en algún otro lugar cercano. El hallazgo de pertenencias de la víctima en la vivienda de Manuel y la ausencia de testigos dispuestos a hablar abiertamente mantienen el caso en una atmósfera oscura. La duda planea: ¿por qué acabó así Jorge Luis? ¿Fue un crimen pasional por celos? ¿Un ajuste de cuentas en un triángulo sentimental que salió mal? Aún no hay respuesta oficial.
El ‘Lobo de Tajueco’ y su amante: un misterio rural
Manuel, el presunto asesino, era un vecino más de Tajueco. De origen gallego, fue adoptado por una familia local —el entonces secretario del ayuntamiento y su esposa— cuando era un niño. Se crió allí, sin levantar demasiadas sospechas. Salvo por su carácter distante y su tatuaje, no había nada que lo convirtiese en el prototipo clásico de un criminal. Había trabajado un tiempo en el bar de Bayubas de Arriba, sin incidentes reseñables, y se decía de él que era alguien “normal”, aunque poco dado al trato social. Incluso le vieron aullar en fiestas, imitando a un lobo, pero nada más allá de la anécdota pintoresca.
Susana, la inmigrante cubana conocida en el pueblo como Alicia, había llegado con sus hijos y entablado relación con Manuel. Su pasado, su verdadera identidad y el motivo por el que estaba allí no eran temas de conversación habitual. La España vaciada no siempre permite grandes cotilleos; con tan pocos vecinos es fácil que cada uno viva su vida sin preguntas incómodas. Pero ahora, a toro pasado, muchos se preguntan qué tipo de relación existía entre la pareja y qué llevó a que se viesen implicados en un crimen tan atroz.
Una pista entre antenas y mapas digitales
Aunque la imagen de Google Street View aportó el golpe de efecto que hace esta historia tan peculiar —porque no todos los días se ve a un sospechoso cargando un saco inquietante justo cuando el vehículo de Google pasa—, la policía insiste en que no fue el pilar fundamental. La tecnología móvil jugó un papel más decisivo: la triangulación de llamadas, los posicionamientos coincidentes de los móviles, los pinchazos telefónicos y el hallazgo de pruebas materiales (como pertenencias del desaparecido) fueron más cruciales a la hora de sostener la acusación.
Aun así, no deja de resultar irónico que una herramienta diseñada para facilitar la vida del internauta medio, ayudando a viajeros, curiosos o incluso a los propios vecinos, termine por revelar un instante clave en la investigación de un homicidio. Por sí sola, la imagen no prueba que el saco contuviera un cadáver. Los investigadores han señalado que el crimen se habría cometido bastante antes de la fecha en la que se hizo la fotografía, por lo que la escena captada podría no tener nada que ver con el momento del asesinato. Incluso se ha sugerido que lo que se ve en la imagen podría ser un simple saco de piñas. Sin embargo, la sombra de la sospecha ya quedará para la posteridad.
El impacto en el pueblo y la incógnita final
En Tajueco y Andaluz, la historia ha sacudido la paz rural. El caso de Jorge Luis y la intervención de Street View es de esas historias difíciles de olvidar. Un matrimonio internacional, una desaparición, el hallazgo de un cuerpo desmembrado en un cementerio solitario, un sospechoso pillado (quizás sin saberlo) por el ojo indiscreto de la tecnología. Si de algo sirve este episodio es para recordarnos que, por muy pequeña que sea la comunidad, por muy “tranquilo” que parezca un lugar, la violencia y la tragedia pueden colarse por cualquier grieta. Y la cámara que pensabas que sólo estaba allí para enseñarte cómo es la fachada de una casa, puede acabar mostrando una escena digna de una novela negra.
La investigación sigue abierta, y las autoridades aún buscan encajar las últimas piezas: la cabeza y las extremidades del cuerpo, las motivaciones reales, el grado exacto de implicación de cada uno. Susana ha confesado la identidad del torso, pero no ha explicado todos los detalles. Manuel guarda silencio, y su mutismo sólo añade misterio al suceso. ¿Celos, dinero, papeles, venganza? Puede que la respuesta se sepa cuando se levante el secreto de sumario y el juez decida.
Mientras tanto, Google Street View seguirá actualizando imágenes alrededor del mundo. Tal vez esta historia quede como una rareza, un caso aislado que mezcle la brutalidad del crimen con lo surrealista de que te “cacen” en plena faena delictiva gracias a una cámara a la que nadie presta demasiada atención. Un recordatorio de que no hay rincón inmune al escrutinio tecnológico y de que, en el siglo XXI, hasta el crimen más escondido puede ser descubierto por la foto más banal.