Tras más de tres décadas de una odisea judicial, el caso de Pablo Ibar, condenado a cadena perpetua por un triple asesinato en Florida, ha sufrido un giro crucial. El 23 de junio de 2025, su equipo legal anunció la aparición de un testigo clave que asegura conocer la identidad de los auténticos asesinos. Este testimonio impulsa una nueva moción legal, buscando un quinto juicio para Pablo Ibar.
Un testigo inesperado y una nueva estrategia

En una conferencia telemática, el abogado actual de Ibar, Daniel Tibbitt, y su histórico defensor Joe Nascimento, revelaron que un nuevo testigo ha aportado información crítica. Esta persona, cuya identidad se mantiene en secreto por seguridad, reside en un tercer país y no tiene vínculos previos con Ibar. Su declaración jurada señala directamente a otros sospechosos, implicados en robos en Florida en los años 90, la época del triple asesinato.
"Sabemos los nombres y apellidos de las personas que han cometido este delito", declaró Nascimento con firmeza.
Para fortalecer este testimonio, la defensa ha presentado una fotografía de la década de los 90 que muestra a uno de los nuevos sospechosos con un notable parecido al autor material del crimen captado por cámaras de seguridad.
31 años de contradicciones judiciales

La compleja trayectoria judicial de Ibar está marcada por contradicciones. Originalmente condenado a muerte en 2000, su sentencia fue anulada en 2016 por la Corte Suprema de Florida debido a irregularidades, pruebas débiles y una defensa inadecuada. Sin embargo, un nuevo juicio en 2019 volvió a declararlo culpable, aunque con cadena perpetua en lugar de pena capital.
Un factor agravante ha sido el destino dispar de Seth Peñalver, coacusado inicial con Ibar, absuelto definitivamente en 2012 con las mismas pruebas que llevaron a la condena de Ibar. Esto generó una paradoja judicial sobre la solidez de las evidencias.
La controvertida identificación y el ADN

El núcleo de la acusación siempre ha sido un vídeo de seguridad granulado, donde uno de los atacantes muestra brevemente su rostro. La fiscalía afirma que este rostro corresponde a Ibar, mientras expertos defensores argumentan que es imposible una identificación concluyente con la baja calidad de la imagen.
Durante años, no hubo pruebas físicas que vincularan a Ibar al crimen: no se encontraron huellas, sangre ni cabellos suyos en la escena. Sin embargo, en 2019, la fiscalía introdujo una polémica prueba de ADN mediante el software TrueAllele, que sugirió con alta probabilidad estadística la presencia del ADN de Ibar en una camiseta usada por uno de los asesinos, aunque esta tecnología ha sido cuestionada por su falta de transparencia.
¿Nuevo juicio?

Para lograr un nuevo juicio, la defensa debe cumplir dos requisitos fundamentales según la legislación de Florida: demostrar que la nueva evidencia no pudo ser descubierta antes y que, probablemente, habría alterado el veredicto original. El próximo objetivo inmediato es lograr una audiencia probatoria, donde el testigo oculto declarará formalmente frente a la fiscalía y el juez evaluará su credibilidad.
Apelaciones fallidas

William Ortiz, el puertorriqueño que confesó a un vecino ser el autor de los crímenes.
En 2009, un intento similar fracasó al descubrirse que el testimonio de otro preso, que supuestamente había confesado, era falso. Sin embargo, la defensa actual sostiene que la situación es completamente diferente, apoyándose en una investigación más rigurosa, evidencias fotográficas y un testimonio detallado que explica las anomalías persistentes del caso, como el ADN masculino no identificado previamente.
La fiscalía, previsiblemente, intentará desacreditar al nuevo testigo por su pasado criminal. No obstante, la robustez del nuevo enfoque, sumada a la larga trayectoria de dudas y contradicciones en el caso, abre una oportunidad real de redefinir finalmente la historia judicial del crimen de Miramar.