
El asesinato de Elisa Abruñedo, ocurrido en la aldea de Lavandeira, en el concello de Cabanas, Galicia, ha sido uno de los casos más complejos y longevos de la investigación criminal en España. Elisa, una mujer de 46 años, madre de dos hijos y trabajadora de una residencia de ancianos, fue violada y asesinada la noche del 1 de septiembre de 2013. Su vecino, Delfín, encontró su cuerpo a solo 200 metros de su casa al día siguiente. Desde ese momento, comenzó una búsqueda que llevaría a la Guardia Civil a desentrañar un laberinto genealógico que se remontaría más de 200 años en la historia de Galicia.
Las primeras pistas con las que contaban los investigadores fueron escasas: un vehículo sospechoso, un Citroën ZX de los años 90, y un rastro de ADN masculino que no coincidía con ningún individuo fichado en los registros policiales. La investigación comenzó a enfriarse, sin resultados claros y sin sospechosos concretos, hasta que una nueva técnica cambió el rumbo de la búsqueda: el análisis genético forense y la genealogía.
El ADN, la clave para desentrañar el misterio
El rastro de ADN encontrado en el lugar del crimen fue analizado por el Instituto de Ciencias Forenses ‘Luis Concheiro’, en la Universidad de Santiago de Compostela. Este laboratorio, conocido por su alto nivel de especialización en investigación genética, logró determinar algunas características del asesino: se trataba de un hombre de aproximadamente 40 años, piel clara, ojos oscuros y cabello pelirrojo. Pero encontrarlo entre miles de habitantes no era tarea fácil.

Laboratorio 'Luis Concheiro'
Los investigadores, encabezados por el comandante Víctor Souto de la Unidad Central Operativa (UCO) y el sargento Marcos Martínez de la Comandancia de la Guardia Civil de A Coruña, empezaron a buscar coincidencias con el ADN de los propietarios de vehículos similares al del sospechoso. Tres años después del asesinato, en 2016, los cribados voluntarios de ADN empezaron a dar resultados. Descubrieron que el asesino tenía relación por vía paterna con hombres originarios del concello de Valdoviño, y fue entonces cuando la búsqueda se concentró en una sola familia: los Rodríguez.
La investigación genealógica y los libros parroquiales
Con la información disponible, los agentes se enfrentaban a un desafío monumental: reconstruir el árbol genealógico de los hombres con el apellido Rodríguez, remontándose varios siglos atrás. En España, el registro civil no se creó hasta 1870, por lo que la investigación requirió la colaboración de la iglesia católica y de archivos parroquiales que, afortunadamente, se conservan en lugares como la catedral de Mondoñedo.
Félix Villares, archivero y deán de la catedral de Mondoñedo, se convirtió en un aliado crucial para los investigadores en 2021. Con su ayuda, pudieron acceder a libros que datan de 1680, con registros de bautismos, matrimonios y defunciones. El archivo de Mondoñedo, además de ser una joya del románico, resultó ser una fuente inagotable de información para seguir las pistas familiares. Los agentes debían identificar a cada uno de los posibles descendientes vivos de la familia Rodríguez, con la convicción de que entre ellos se encontraba el asesino de Elisa.
Tras meses de análisis minuciosos y la colaboración de numerosas familias de la región, el equipo de investigación logró identificar a un hombre que cumplía todas las características buscadas: Roger Serafín Rodríguez, un vecino de la zona de 49 años, quien había sido propietario de un Citroën ZX y cuya descripción física coincidía con la del autor del crimen.

Confesión y cierre del caso
El 17 de octubre de 2023, Roger Serafín Rodríguez fue detenido y, desde el primer momento, confesó ser el autor del asesinato de Elisa. Durante el interrogatorio, accedió voluntariamente a proporcionar su ADN para cotejarlo con las muestras recabadas, lo que confirmó definitivamente su culpabilidad. Actualmente, Roger Serafín está encarcelado en Mansilla de las Mulas, en León, y se espera que el juicio tenga lugar en 2025, con un jurado popular encargado de dictaminar su veredicto.
La abogada Beatriz Rubín Barrenechea representa a los hijos de Elisa, Adrián y Álvaro, quienes solo desean que el responsable del sufrimiento de su madre cumpla una larga condena. "La familia quiere tranquilidad, nada más", declaró Beatriz. El hijo mayor de Elisa, Adrián, agregó: "Ahora tengo que ver que no sale".
El caso de Elisa Abruñedo ha sido un proceso largo y doloroso para su familia, pero también un ejemplo de cómo la tecnología y la colaboración institucional pueden ser fundamentales para resolver crímenes que parecían destinados a quedar impunes. La ‘Operación Lavandeira’, como fue bautizada la investigación, contó con el esfuerzo incansable de la Guardia Civil, la colaboración del Instituto de Ciencias Forenses ‘Luis Concheiro’, y la valiosa ayuda del archivo de la catedral de Mondoñedo, que fue testigo de cómo el pasado y la historia se entrelazaron para hacer justicia.
El desenlace está próximo, pero la historia de Elisa Abruñedo seguirá resonando como un testimonio del poder de la ciencia y la perseverancia en la búsqueda de la verdad.
Vida en prisión del asesino confeso
Desde su ingreso en la prisión de Herrera de la Mancha, en León, Roger Serafín Rodríguez ha permanecido en el módulo 12, destinado a internos preventivos principalmente con delitos de agresión sexual. Según fuentes penitenciarias, Roger ha mantenido un comportamiento correcto y no ha protagonizado incidentes, pasando desapercibido entre los demás reclusos. Es una persona reservada, con escasa comunicación con su familia y su abogado, Juan Pablo Barros.
Está previsto que el juicio se celebre ante un jurado popular en la Audiencia Provincial de A Coruña en febrero de 2025. Aunque no se le pueda aplicar la prisión permanente revisable, ya que cuando ocurrió el crimen la ley no estaba en vigor, Roger Serafín podría enfrentarse a una condena de hasta 30 años de cárcel. Mientras tanto, la abogada de la acusación particular, Beatriz Rubín Barrenechea, se encarga de velar por los intereses de los hijos de Elisa, quienes solo buscan justicia y paz.
La pareja de Roger, en el momento de su detención, lo denunció por malos tratos, pero no se tomaron acciones legales adicionales en su contra por falta de pruebas. Roger afirmó que todo ocurrió como consecuencia de un arrebato, sin una planificación previa del crimen.
El juicio será una oportunidad para la familia de Elisa de ver al culpable enfrentar las consecuencias de sus actos, poniendo fin a una década de incertidumbre y dolor. La historia de Elisa Abruñedo, una mujer trabajadora y madre de dos hijos, seguirá siendo un símbolo de cómo la justicia puede llegar incluso a los casos más oscuros y difíciles, gracias a la perseverancia y el compromiso de quienes luchan por la verdad.

El crimen imperfecto de Elisa Abruñedo: Así vive su presunto asesino en prisión
Elisa Abruñedo fue vista por última vez cuando salió a pasear por el municipio coruñés de Cabanas el 1 de septiembre de 20...

Caso Elisa Abruñedo: la clave para encontrar al asesino
El caso de Elisa Abruñedo: así fue la búsqueda de su asesino en los árboles genealógicos de Galicia
www.rtve.es

Violación y muerte de Elisa Abruñedo: un cazador cazado por ser pelirrojo
El presunto asesino de la vecina de Cabanas (A Coruña) no estaba fichado, y la Guardia Civil tardó 10 años en completar una búsqueda artesanal a partir de unas gotas con su ADN
Última edición: