Sin olvidar que, ignorando los dolores de la luxacion de fémur y las lesiones internas, ella mantiene la presencia de ánimo necesaria como para taparse la cabeza con el abrigo, dejando toda su zona lumbar al frío de la noche, y sitúa su mano izquierda bajo el abdomen y la derecha junto a la oreja.
Le dejas ver esa foto a un niño de cinco años y en dos segundos te dice que alguien le tuvo que colocar así el abrigo cuando ella ya estaba tumbada boca abajo en la cuneta.