
El 3 de noviembre de 2016, un operativo policial en Carolina del Sur reveló la doble vida de Todd Kohlhepp, un exitoso agente inmobiliario con un oscuro historial criminal. Su fachada perfecta se derrumbó al rescatar a Kala Brown, quien estuvo encadenada más de dos meses en un contenedor de metal. Este caso, impactante por su crueldad y complejidad, expuso los fallos profundos de las instituciones y marcó un hito en la criminología moderna.
Perfil psicológico: La construcción de un monstruo
Todd Kohlhepp nació el 7 de marzo de 1971 en Florida, bajo el nombre de Todd Christopher Sampsell. Su infancia estuvo marcada por la inestabilidad familiar, caracterizada por una relación conflictiva con su padrastro y una profunda desconexión emocional con su padre biológico. Desde muy joven mostró signos alarmantes, como agresión hacia otros niños y crueldad extrema hacia animales.
"A los nueve años ya exhibía conductas preocupantes: mató a un pez dorado con lejía y disparó a un perro con una pistola de balines".
En 1987, una evaluación psiquiátrica a los 16 años reveló rasgos antisociales peligrosos. Se describió como alguien con "graves problemas emocionales, pobre control de impulsos y una imagen de sí mismo muy negativa". Esta evaluación resultó ser trágicamente premonitoria.
Fachada de normalidad: El asesino en serie oculto en la sociedad
Tras salir de prisión en 2001, Kohlhepp construyó una exitosa carrera como agente inmobiliario en Carolina del Sur, ocultando su pasado criminal. A pesar de que obtuvo su licencia mintiendo sobre sus antecedentes, nadie sospechó durante años.
"La falta de debida diligencia por parte de la junta de licencias facilitó su reintegración en la sociedad, proporcionándole la fachada perfecta para sus crímenes".
Su doble vida presentaba grietas: comentarios inquietantes en el trabajo y comportamientos perturbadores en lugares públicos, como restaurantes, que ya daban señales de alarma.
La cronología del horror
La violencia de Kohlhepp dejó siete víctimas mortales y dos supervivientes traumatizadas. El primer acto violento ocurrió en 1986, cuando tenía apenas 15 años. Secuestró y violó a Kristie Granado, de 14 años, en Arizona.
En 2003, su ira narcisista se manifestó en la masacre de Superbike Motorsports, asesinando a cuatro personas por una humillación percibida. Años después, en diciembre de 2015, asesinó a Johnny y Meagan Coxie, enterrándolos en su propiedad.
Finalmente, en 2016, asesinó a Charles Carver y secuestró a su novia, Kala Brown. Este último crimen fue su perdición, pues gracias a las señales de telefonía móvil, la policía pudo localizar y rescatar a Kala, revelando así los crímenes de Kohlhepp.
El asesino digital: Las reseñas de Amazon como firma criminal
Uno de los aspectos más escalofriantes del caso Kohlhepp fueron sus reseñas de productos en Amazon, en las que se burlaba abiertamente de sus crímenes:
"Guárdala en el coche para cuando tengas que esconder los cuerpos y te hayas dejado la pala grande en casa", reseña de una pala plegable.
"Candados sólidos... tengo cinco en un contenedor de transporte", comentó sobre candados similares a los usados para mantener cautiva a Kala Brown.
Estas reseñas revelaron una planificación y un narcisismo profundo, pues se jactaba públicamente, creyendo ser demasiado astuto para ser descubierto.
El fin del monstruo y la confesión estratégica
La captura de Kohlhepp se logró gracias al rastro digital que dejó tras secuestrar a Kala Brown. Al ser detenido, negoció condiciones para confesar, mostrando un narcisismo absoluto.
"Todd Kohlhepp le disparó a Charlie Carver tres veces en el pecho… dice que está muerto y enterrado. Hay varios cuerpos aquí", fueron las palabras con las que Kala Brown reveló el horror.
Fue condenado a siete cadenas perpetuas consecutivas, sin posibilidad de libertad condicional.
Justicia y consecuencias sociales
A pesar de estar tras las rejas, Kohlhepp continúa buscando atención mediática afirmando tener más víctimas. El impacto emocional y social en la comunidad de Spartanburg ha sido devastador, con demandas civiles interpuestas por las víctimas y sus familias.
Este caso dejó claras lecciones: la urgente necesidad de mejorar el seguimiento de delincuentes peligrosos, reforzar las regulaciones sobre licencias profesionales y ventas de armas, y adaptar la investigación criminal a la era digital.