El juicio por el asesinato del hostelero Guillermo Castillo en Cuzcurrita del Río Tirón, ocurrido la madrugada del 2 de mayo de 2023, ha comenzado esta semana en el Palacio de Justicia de La Rioja con la comparecencia de los dos acusados. Los procesados, C.S.R., de 38 años, y A.D.G., de 54 años, se inculpan mutuamente de los hechos mientras se declaran inocentes ante el tribunal popular que decidirá su destino. La situación se complica aún más por la desaparición del testigo protegido, cuya declaración era considerada clave por la Fiscalía.
Declaraciones contradictorias
Durante la primera y segunda jornada del juicio, se ha puesto de manifiesto cómo ambos acusados han ofrecido versiones contradictorias y se culpan entre sí de la muerte de Guillermo Castillo. Según la declaración de A.D.G., él no participó directamente en la agresión. Afirma que solo acompañó a C.S.R. a la casa de la víctima con la intención de pedir dinero, pero asegura que se quedó en el coche mientras su compañero subía a hablar con Guillermo. A.D.G. declaró que “no conocía a Guillermo hasta aquella noche” y que solo había aceptado acompañar a C.S.R. porque este le dijo que necesitaba el dinero. Al regresar al coche, afirma que C.S.R. estaba alterado, y que más tarde, ya en el coche, le confesó: "Hombre muerto no declara".Por su parte, C.S.R. también ha ofrecido su propia versión de los hechos, declarando que, en efecto, fue a la casa de Guillermo Castillo para pedirle dinero, pero que no esperaba la reacción violenta de A.D.G. cuando el hostelero abrió la puerta. Según C.S.R., su compañero se abalanzó sobre el anciano, lo golpeó y lo dejó malherido. C.S.R. asegura que “todo fue muy difuso” y que “no esperaba que lo fuera a matar”. Tras los hechos, relata que ambos se desplazaron a Lardero para que A.D.G. pudiera cambiarse de ropa y limpiarse, ya que llevaba manchas de sangre.
El testimonio del agente de la Guardia Civil
Uno de los testimonios más impactantes del juicio hasta ahora ha sido el de un agente de la Guardia Civil perteneciente a la Policía Judicial, quien ha asegurado que el crimen de Guillermo Castillo fue perpetrado por ambas personas y que estuvo premeditado. Según el agente, los dos acusados acudieron a la casa del hostelero con un plan claro, llevando consigo grilletes, guantes y ropa para cambiarse después del asesinato. El hostelero, según este testimonio, “no tuvo ninguna posibilidad de defenderse, escapar ni pedir auxilio”.El agente también confirmó que las pruebas recabadas durante la investigación, como el geoposicionamiento de las llamadas de los acusados y las cámaras de seguridad de la zona, confirmaron que ambos estuvieron en la localidad de Cuzcurrita entre las 23:51 y las 00:44 horas. Aseguró, además, que los acusados dejaron a la víctima encerrada en un baño, atado con grilletes, en estado inconsciente tras los golpes recibidos. El agente subrayó que “no fue el impulso de dos personas drogadictas, había una premeditación previa” y que “para nada era necesario tanto ensañamiento para dar muerte a Guillermo”.
En sus extensas explicaciones, el agente de la Guardia Civil ha descrito cómo los acusados atacaron a Guillermo en el mismo momento en que este abrió la puerta de su vivienda, lo engrilletaron y lo arrastraron hasta el baño de la planta inferior, donde posteriormente apareció el cadáver, encerrado bajo llave. Durante el traslado, siguieron golpeándole, rompiéndole incluso tres costillas, lo cual según el agente era “imposible de ejecutar por parte de un único agresor”. Además, destacó otros indicios, como la distancia entre las zapatillas de la víctima en la escena del crimen y las pisadas ensangrentadas encontradas junto a la puerta cerrada con pestillo.
Confesiones reveladoras
Otro de los elementos clave del juicio ha sido la declaración de la hija del hostelero. Esta ha asegurado que, pocos días después del crimen, tuvo un encuentro en un bar con la pareja de C.S.R., quien le confesó que su compañero había llegado la noche de los hechos alterado, con las manos en la cabeza, diciendo: "Le hemos matado". Además, la hija del fallecido ha denunciado amenazas recibidas en los últimos meses, lo que suma aún más tensión al proceso judicial.Las penas solicitadas
La Fiscalía ha solicitado una pena de 27 años de cárcel para cada uno de los acusados, 23 por asesinato con alevosía y otros 4 años por robo en casa habitada. También se les solicita una pena de libertad vigilada durante diez años y una indemnización de 300.000 euros para los hijos de la víctima. Por su parte, la familia de Guillermo Castillo, representada por el abogado Marcos García-Montes, pide la prisión permanente revisable, ya que consideran que el asesinato fue premeditado y que hubo ensañamiento.Durante su intervención, el abogado de la familia ha insistido en que “no vamos a permitir que nadie calumnie a Guillermo. Queremos justicia, no venganza”, e incluso ha sugerido que podrían estar implicadas más personas en el crimen, aunque estas no han sido formalmente acusadas hasta el momento.
La desaparición del testigo protegido
Un elemento inesperado que ha marcado el desarrollo de las primeras sesiones del juicio ha sido la desaparición del testigo protegido, quien había sido señalado como clave en el procedimiento. El magistrado anunció que el paradero del testigo es desconocido, aunque se especula que podría encontrarse en Francia. Las partes implicadas han solicitado un aplazamiento de su declaración hasta que sea localizado. El testimonio de este testigo había sido crucial para la detención de Carlos, ya que indicó que éste le había confesado detalles sobre el asesinato que no habían sido publicados en la prensa.Culpa y arrepentimiento
En sus declaraciones, ambos acusados han mostrado signos de arrepentimiento. C.S.R. afirmó sentirse culpable por haber llevado a A.D.G. a la casa de Guillermo: “Si no le hubiera llevado en coche a Cuzcurrita, no hubiera pasado esto”. Por su parte, A.D.G. también se mostró arrepentido, asegurando que si hubiera informado a la Policía sobre los hechos, quizás se podría haber evitado la tragedia. Sin embargo, ambos se culpan entre sí de ser el autor material del asesinato, lo que dificulta el esclarecimiento de los hechos.La situación, cargada de contradicciones y señalamientos cruzados, hace que el desenlace de este juicio sea incierto. Por ahora, el tribunal popular escuchará a más testigos y peritos antes de emitir su veredicto.