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En la Mente del Asesino: ¿Por Qué Mata la Gente?

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Un reportaje de Germán González
con diseño de Andrea Hermida-Carro

El mal existe, como nos recuerdan a diario las secciones de Tribunales y Sucesos de los medios de comunicación. Nos relatan crímenes cruentos que, a veces, dan pie a ficciones como novelas, series o películas demasiado realistas. Convivimos con la violencia pese a que poca gente cruza la línea de acabar con la vida de otro ser humano. Y aún así cuesta encontrar un patrón de conducta similar en los asesinos y homicidas, no hay dos crímenes similares y los rasgos que pueden desencadenar una agresión definitiva vienen condicionados por múltiples factores, la mayoría emocionales. Eso sí, cualquiera puede ser un asesino.

La realidad supera a la ficción
"No son Hannibal Lecter en 'El Silencio de los Corderos'". De esta forma el doctor Bernat-N. Tiffon, con más de 25 años de experiencia en psicología legal y forense, asegura que los asesinos no son las "personas frías y calculadoras" que nos presentan en series y películas. Los motivos que les llevan a matar son múltiples y no siempre es por un trastorno mental, ya que hay sicarios que matan por dinero. Se puede quitar una vida por un arrebato; por una emoción tan primaria como la venganza; por un accidente o por un robo que sale mal. Nadie está libre de ese impulso.

Matar es fácil

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El mapa de la muerte
La tasa de homicidios en España se situó en 2021 en 0,61 homicidios por cada 100.000 habitantes, muy por debajo de la media de 2,2 de Europa. En concreto, España tiene la segunda tasa más baja de homicidios de entre los grandes países europeos. Las cifras contrastan con las de Francia, que lidera la tasa de muertes violentas en Europa Occidental con 1,14 por 100.000 habitantes, seguidas de Alemania (0,83), Reino Unido (1) y Polonia (0,71). Italia con 0,51 homicidios por 100.000 habitantes está por debajo de España.



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Asesinos y asesinas
Aunque el resultado sea el mismo, los hombres y las mujeres no matan igual. Ellas son menos expresivas y emocionales y ellos se irritan más fácilmente. Muchos asesinos varones son emocionalmente inestables, dependientes, no toleran la frustración, conflictivos y presentan un comportamiento mucho más hostil y agresivo que el sexo femenino.



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Manuel Delgado Villegas, 'El Arropiero', es conocido como el peor asesino en serie de España. Hay 7 víctimas confirmadas entre 1964 y 1971 pero él confesó 48 muertes, tanto de hombres como de mujeres. Mataba a golpes para robar, para violar o por placer y tenía episodios de violencia y agresividad y una fuerza desmedida.

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Pilar Prades, ‘La envenenadora de Valencia’. Fue la última mujer condenada en España a la pena de muerte por garrote vil en 1959. Envenenó con un producto con hormigas, que contenía arsénico, a la señora para la que servía en Valencia y luego entró como doncella en otra casa. Allí lo intentó con la cocinera, por la que sentía celos por su relación con un chico, y con su nueva dueña, pero la atraparon. Tenía un carácter introvertido y frío.

Aunque no lo parezca, si ves alguna serie de 'true crime' sobre casos insólitos, la mayoría de asesinatos y homicidios tienen una fácil resolución y no existe demasiada complejidad en el trabajo de policías, fiscales, jueces y forenses. Sin embargo, es importante tener pruebas sólidas para poder alcanzar una condena. Estudiar casos de asesinatos y homicidios, tras la condena, permite establecer patrones en los que aparece siempre un trastorno de personalidad, ya sea dependiente o límite. Sin embargo no se encuentra el trastorno antisocial y esquizoide, el más habitual en la ficción.

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Cadena perpetua
No es lo mismo ser asesino que homicida, por lo que la pena de cárcel por un asesinato es muy superior a la de un homicidio. La diferencia está en la conciencia de querer matar, en esa voluntad de acabar con la vida de otra persona de forma premeditada. Cuando la muerte está acompañada de alevosía, recompensa, ensañamiento o facilite encubrir otro delito será un asesinato castigado de 15 a 25 años de cárcel.
La condena por prisión permanente revisable está prevista para asesinatos múltiples, cuando la víctima tenga menos de 16 años o sea especialmente vulnerable, se cometa tras una violación o el autor pertenezca a una organización criminal. Los tres últimos supuestos sirven para imponer una pena alta, de entre 12 a 15 años en los homicidios, mientras que en otros casos serán de 10 a 12. El homicidio imprudente se castiga con pena de prisión de 1 a 4 años.

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Crimen sin castigo
El único asesinato perfecto es aquel en que el autor queda impune. Principalmente por falta de pruebas para incriminarlo, aunque los investigadores puedan dar casi por segura la implicación de un sospechoso. Son los casos que generan más frustración.
Hay desapariciones como la de Cristina Bergua, de 16 años, el 9 de marzo de 1997 en Cornellà de Llobregat, o el de Yeremi Vargas, de siete años, en Gran Canaria el 10 de marzo de 2007, que han quedado sin resolver pese a que la policía tuvo siempre sus sospechas sobre posibles criminales.



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En la mayoría de condenas los asesinos tienen rasgos en común como una personalidad límite, trastorno personal por evitación y trastorno personal dependiente. Sin embargo, no siempre se corresponden con la mayoría de criminales que matan por arrebato o para conseguir un beneficio. Ese tipo de homicida no es atractivo en una serie, ya que hay estudios que señalan que los rasgos de la personalidad que más nos resultan atractivos como público son el maquiavelismo, narcisismo y psicopatía. Por eso, la conclusión es evidente: que la realidad no te empañe una buena historia de ficción.
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Un reportaje de Germán González
con diseño de Andrea Hermida-Carro


El mal existe, como nos recuerdan a diario las secciones de Tribunales y Sucesos de los medios de comunicación. Nos relatan crímenes cruentos que, a veces, dan pie a ficciones como novelas, series o películas demasiado realistas. Convivimos con la violencia pese a que poca gente cruza la línea de acabar con la vida de otro ser humano. Y aún así cuesta encontrar un patrón de conducta similar en los asesinos y homicidas, no hay dos crímenes similares y los rasgos que pueden desencadenar una agresión definitiva vienen condicionados por múltiples factores, la mayoría emocionales. Eso sí, cualquiera puede ser un asesino.
La realidad supera a la ficción
"No son Hannibal Lecter en 'El Silencio de los Corderos'". De esta forma el doctor Bernat-N. Tiffon, con más de 25 años de experiencia en psicología legal y forense, asegura que los asesinos no son las "personas frías y calculadoras" que nos presentan en series y películas. Los motivos que les llevan a matar son múltiples y no siempre es por un trastorno mental, ya que hay sicarios que matan por dinero. Se puede quitar una vida por un arrebato; por una emoción tan primaria como la venganza; por un accidente o por un robo que sale mal. Nadie está libre de ese impulso.
Matar es fácil
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El mapa de la muerte
La tasa de homicidios en España se situó en 2021 en 0,61 homicidios por cada 100.000 habitantes, muy por debajo de la media de 2,2 de Europa. En concreto, España tiene la segunda tasa más baja de homicidios de entre los grandes países europeos. Las cifras contrastan con las de Francia, que lidera la tasa de muertes violentas en Europa Occidental con 1,14 por 100.000 habitantes, seguidas de Alemania (0,83), Reino Unido (1) y Polonia (0,71). Italia con 0,51 homicidios por 100.000 habitantes está por debajo de España.
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Asesinos y asesinas
Aunque el resultado sea el mismo, los hombres y las mujeres no matan igual. Ellas son menos expresivas y emocionales y ellos se irritan más fácilmente. Muchos asesinos varones son emocionalmente inestables, dependientes, no toleran la frustración, conflictivos y presentan un comportamiento mucho más hostil y agresivo que el sexo femenino.
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Manuel Delgado Villegas, 'El Arropiero', es conocido como el peor asesino en serie de España. Hay 7 víctimas confirmadas entre 1964 y 1971 pero él confesó 48 muertes, tanto de hombres como de mujeres. Mataba a golpes para robar, para violar o por placer y tenía episodios de violencia y agresividad y una fuerza desmedida.
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Pilar Prades, ‘La envenenadora de Valencia’. Fue la última mujer condenada en España a la pena de muerte por garrote vil en 1959. Envenenó con un producto con hormigas, que contenía arsénico, a la señora para la que servía en Valencia y luego entró como doncella en otra casa. Allí lo intentó con la cocinera, por la que sentía celos por su relación con un chico, y con su nueva dueña, pero la atraparon. Tenía un carácter introvertido y frío.
Aunque no lo parezca, si ves alguna serie de 'true crime' sobre casos insólitos, la mayoría de asesinatos y homicidios tienen una fácil resolución y no existe demasiada complejidad en el trabajo de policías, fiscales, jueces y forenses. Sin embargo, es importante tener pruebas sólidas para poder alcanzar una condena. Estudiar casos de asesinatos y homicidios, tras la condena, permite establecer patrones en los que aparece siempre un trastorno de personalidad, ya sea dependiente o límite. Sin embargo no se encuentra el trastorno antisocial y esquizoide, el más habitual en la ficción.
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Cadena perpetua
No es lo mismo ser asesino que homicida, por lo que la pena de cárcel por un asesinato es muy superior a la de un homicidio. La diferencia está en la conciencia de querer matar, en esa voluntad de acabar con la vida de otra persona de forma premeditada. Cuando la muerte está acompañada de alevosía, recompensa, ensañamiento o facilite encubrir otro delito será un asesinato castigado de 15 a 25 años de cárcel.
La condena por prisión permanente revisable está prevista para asesinatos múltiples, cuando la víctima tenga menos de 16 años o sea especialmente vulnerable, se cometa tras una violación o el autor pertenezca a una organización criminal. Los tres últimos supuestos sirven para imponer una pena alta, de entre 12 a 15 años en los homicidios, mientras que en otros casos serán de 10 a 12. El homicidio imprudente se castiga con pena de prisión de 1 a 4 años.

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Crimen sin castigo
El único asesinato perfecto es aquel en que el autor queda impune. Principalmente por falta de pruebas para incriminarlo, aunque los investigadores puedan dar casi por segura la implicación de un sospechoso. Son los casos que generan más frustración.
Hay desapariciones como la de Cristina Bergua, de 16 años, el 9 de marzo de 1997 en Cornellà de Llobregat, o el de Yeremi Vargas, de siete años, en Gran Canaria el 10 de marzo de 2007, que han quedado sin resolver pese a que la policía tuvo siempre sus sospechas sobre posibles criminales.
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En la mayoría de condenas los asesinos tienen rasgos en común como una personalidad límite, trastorno personal por evitación y trastorno personal dependiente. Sin embargo, no siempre se corresponden con la mayoría de criminales que matan por arrebato o para conseguir un beneficio. Ese tipo de homicida no es atractivo en una serie, ya que hay estudios que señalan que los rasgos de la personalidad que más nos resultan atractivos como público son el maquiavelismo, narcisismo y psicopatía. Por eso, la conclusión es evidente: que la realidad no te empañe una buena historia de ficción.
 
Siempre me ha parecido muy curiosa esta frase de que el crimen perfecto es aquel en el que no se conoce al culpable.

Me parece que el crimen realmente perfecto es aquel en el que el verdadero culpable queda impune al colocar pistas que llevan hacia un falso culpable que termina siendo condenado en su lugar.
 
Siempre me ha parecido muy curiosa esta frase de que el crimen perfecto es aquel en el que no se conoce al culpable.

Me parece que el crimen realmente perfecto es aquel en el que el verdadero culpable queda impune al colocar pistas que llevan hacia un falso culpable que termina siendo condenado en su lugar.
Parece más fácil dejar pistas que no dejarlas, por eso se dice que el crimen perfecto es aquel que no conoce culpable. Ni siquiera falso culpable.
 
Si algo ha demostrado la historia, es que en el contexto adecuado no sólo cualquier persona es capaz de matar, sino que lo hará sin dudarlo siempre y cuando la alternativa pueda suponerle un perjuicio mayor.

Una vez te dejan de importar las consecuencias para tí, como que te atrapen o tú mismo puedas morir en el intento, matar se reduce a un mero trámite.

Hoy me he levantado optimista. 😁
 
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