
Más de seis años después de uno de los crímenes más brutales y mediáticos de la historia reciente de España, la investigación por el asesinato de Míriam Vallejo Pulido ha sufrido un giro de 180 grados que redefine por completo el caso. Tras dos archivos judiciales y ser calificado como un “fracaso” por la propia jueza instructora, la Guardia Civil reactivó la investigación en julio de 2025, descartando al que fue el único sospechoso durante años, Sergio S.M., y centrando sus esfuerzos en una nueva hipótesis que siempre sobrevoló la causa: la participación de múltiples agresores.
Una Noche de Enero: Brutalidad y Contradicciones
La noche del 16 de enero de 2019 era gélida y oscura en el camino del Mirador, una desolada pista de tierra en Meco (Madrid). Míriam, una joven de 25 años, voluntaria de Protección Civil y amante de los animales, salió del chalé que compartía para una tarea rutinaria: pasear a cuatro perros y probar unos collares luminosos que acababa de comprar por internet. Los registros de su teléfono, recuperado en la escena, muestran que sus últimos minutos transcurrieron con normalidad, manteniendo una conversación con un joven llamado Javier, sin indicar que se sintiera en peligro. La autopsia reveló que fue víctima de un ataque de ferocidad extrema, con entre 89 y 90 puñaladas repartidas por todo el cuerpo, un ensañamiento desproporcionado conocido como overkill. Esta violencia, que incluyó la fractura de la punta de un cuchillo en su cráneo, orientó desde el principio la investigación hacia un móvil pasional. Míriam luchó por su vida, como demostraron las numerosas heridas de defensa en manos, brazos y una uña arrancada. A las 20:52, una pareja la encontró aún respirando, pero ahogándose en su propia sangre, con uno de sus perros acurrucado en su regazo.
Desde el inicio, la escena contenía contradicciones. Una testigo crucial afirmó haber oído a la víctima gritar desesperadamente “¡Soltadme!” o “¡Soltadme, dejadme!”, en plural, lo que chocaba con la teoría del asesino solitario. Además, los forenses plantearon la hipótesis de que se utilizaron dos cuchillos distintos, lo que abría la puerta a la participación de dos agresores.
El Sospechoso Perfecto: El Caso Contra Sergio S.M.
La investigación se centró de inmediato en el chalé de la calle Sierra de Ayllón donde Míriam convivía con su mejor amiga, Celia Rosillo, y el novio de esta, Sergio S.M., un mecánico de 29 años. La actitud de Sergio tras conocer la noticia llamó la atención de los agentes; lo describieron como “muy serio” y frío, y su primera pregunta a los servicios de emergencia fue: “¿Ha dicho algo antes de morir?”. Esta reacción fue interpretada como la preocupación de un culpable que teme haber sido identificado.
Siete meses después, en agosto de 2019, la Guardia Civil detuvo a Sergio basándose en un trípode de indicios circunstanciales plasmados en un informe con once conclusiones en su contra. El primer pilar fue su coartada rota: afirmó haber estado jugando a la PlayStation, pero el análisis pericial reveló una ventana de diez minutos de inactividad total en la consola (entre las 20:40 y las 20:50) que coincidía milimétricamente con el intervalo del asesinato. Además, se descubrió que el juego ni siquiera tenía modo online, lo que convertía su coartada en una mentira deliberada para los agentes. El segundo fue el hallazgo de un perfil genético compatible con el de Sergio en la etiqueta de la sudadera de Míriam. La Guardia Civil argumentó que una transferencia inocente en la lavadora habría sido eliminada por el detergente y no estaría concentrada en el cuello, un punto de agarre consistente con un ataque por la espalda. El tercer pilar fue el móvil pasional: los investigadores concluyeron que Míriam había descubierto que Sergio le era infiel a Celia con otra mujer y que él la asesinó para silenciarla.
Las Fisuras de la Investigación: Dudas y Pistas Falsas
A pesar de la aparente solidez del caso, varias fisuras comenzaron a resquebrajar la acusación. En diciembre de 2020, Alberto Berzosa López, un excompañero de prisión de Sergio con historial de violencia, se autoinculpó del asesinato en mensajes de WhatsApp, afirmando haberle dado “68 puñaladas”. Aunque su confesión fue considerada inverosímil y su ADN no coincidió, la irrupción de un segundo sospechoso con una confesión directa fracturó la exclusividad de la acusación contra Sergio.
El comportamiento de Celia Rosillo, la mejor amiga de la víctima, añadió aún más confusión. En unos mensajes extraordinariamente detallados con el hermano de Sergio, describió el crimen con una precisión que solo el asesino o los investigadores podían conocer: “le cogió de la espalda, del cuello. Y el arma estaba enterrada por allí [...] y la ropa la quemó”. Cuando fue interrogada, atribuyó su conocimiento a una vidente, una explicación que destruyó su credibilidad como testigo. Estos elementos, sumados a la hipótesis alternativa de la defensa de que Míriam fue asesinada por error y la verdadera objetivo era Celia, crearon una duda razonable abrumadora.
Un “Fracaso de la Investigación”: El Laberinto Judicial
El cúmulo de dudas llevó a un tortuoso periplo judicial. En mayo de 2022, la jueza de instrucción nº 5 de Alcalá de Henares archivó provisionalmente la causa al considerar que no existían motivos suficientes para atribuir la perpetración del delito a persona determinada. La familia de Míriam y la fiscalía recurrieron, y la Audiencia de Madrid revocó el archivo en septiembre de 2022, no por el fondo, sino por un defecto de forma: la resolución de la jueza carecía de la motivación legal suficiente.
En enero de 2023, la jueza reafirmó su decisión y archivó el caso por segunda vez, pero con un lenguaje demoledor. En su auto, decretó el sobreseimiento por el fracaso de la investigación al no alcanzar los objetivos que se perseguían y porque consideraba que eran más fuertes los indicios de ausencia de culpabilidad que de posible autoría. Esta declaración fue un juicio sobre la calidad del trabajo policial y la constatación de que las dudas eran insuperables para ir a juicio.
Julio de 2025: El Giro que lo Cambia Todo
Tras más de seis años de silencio, la Guardia Civil ejecutó una maniobra que reseteó el caso por completo. Los días 16 y 17 de julio de 2025, se realizó una reconstrucción completa de los hechos en el lugar del crimen. El acto culminó con el anuncio de que el hallazgo de nuevos vestigios había permitido abrir una nueva línea de investigación. Esta nueva línea descarta oficialmente la autoría de Sergio S.M. y se centra en la hipótesis de que Míriam fue asesinada por varias personas. Este movimiento es una capitulación ante la crítica judicial y un intento de recuperar la credibilidad para forzar la reapertura del procedimiento sobre bases que la jueza consideró más plausibles.
Nuevos Horizontes e Implicaciones
El descarte oficial de Sergio S.M. pone fin a su pesadilla de seis años y medio. Su defensa ya baraja una reclamación de compensación económica que podría ascender a más de 300.000 euros, cubriendo no solo los cuatro meses de encarcelamiento, sino también los graves daños colaterales, como el fallecimiento de su padre, cuyo informe médico vinculó un cáncer fulminante con el estrés extremo sufrido por la detención de su hijo. Para la Guardia Civil, supone enfrentarse a un escenario mucho más complejo: una agresión grupal con un motivo desconocido. Esto obliga a reevaluar a personajes clave, especialmente a Celia Rosillo, cuyo papel pasa de testigo ambigua a posible pieza central. La teoría de la identidad equivocada, en la que el objetivo real era Celia, cobra una fuerza renovada. El resultado de esta última y dramática apuesta determinará si el enigma de Meco encontrará por fin una resolución o si se unirá a la trágica lista de crímenes sin culpable.