Con la publicación del libro Muerte en Tailandia, el escritor malagueño Joaquín Campos se ha convertido en una de las voces que más revuelo está generando. A través de sus páginas y de las entrevistas promocionales que ha ofrecido, Campos expone su tesis de que existieron motivos económicos tras el asesinato de Arrieta y señala que Daniel Sancho no habría llevado la vida ordenada de la que otros medios hablaban. Además, sostiene que el equipo legal del acusado, y en concreto algunos de sus integrantes, habrían actuado con ciertos intereses ocultos.
En palabras de Nacho Abad, uno de los periodistas que se ha hecho eco de este libro, Campos “lanza verdaderas bombas” acerca del caso. Estas afirmaciones han sido respondidas con advertencias legales, especialmente por parte de la abogada y criminóloga Carmen Balfagón, lo que, lejos de calmar la situación, ha avivado aún más la polémica.
El “limbo de diversión y fantasía” de Daniel Sancho antes del crimen
En uno de los artículos, Joaquín Campos se refiere directamente al estilo de vida de Daniel Sancho antes del homicidio de Edwin Arrieta. Sostiene que el joven no estaba vinculado a la rutina laboral del común de la sociedad, afirmando:
“Él no estaba atado a la sociedad, como todos nosotros, que tenemos un trabajo, con unos ingresos y unas facturas que pagar.”
Esta afirmación se complementa con su visión de que Daniel Sancho vivía en una especie de realidad paralela, desconectada de las responsabilidades cotidianas:
“Él vivía en un limbo propio de diversión y fantasía. Una persona que salía muchas noches y se levantaba tarde, iba al gimnasio y subía memes e historias en Instagram y esa era su vida.”
Según Campos, lejos de ser un trabajador con una rutina marcada, Sancho presuntamente aprovechaba su posición familiar y económica para disfrutar sin límites. Esto contrastaría con la imagen de un joven que, en algunas versiones, se había esforzado en el sector de la restauración. De hecho, Campos menciona que:
“Hasta donde yo sé, tenía el 3% (de acciones) de lo que hoy es 'Boogieburguers' y 'La Bohéme', pero tengo información nueva de que aparentemente esa participación sube, pero estamos todavía trabajando en ella.”
En esta línea, sugiere que la supuesta dedicación de Daniel Sancho a los negocios de hostelería no era tan sólida como se había afirmado en programas de televisión o en notas de prensa. Se trataría, más bien, de una vida acomodada, sin obligaciones reales.
El impacto de la cárcel y la pregunta sobre su resistencia
Tras la detención de Sancho y su posterior condena a cadena perpetua, uno de los temas que más ha llamado la atención es la adaptación del joven a la dura realidad de la prisión tailandesa. Joaquín Campos recalca que Daniel Sancho, al no ser un “delincuente habitual” ni haber pasado estrecheces antes, podría tener serias dificultades para afrontar la situación:
“Daniel Sancho es un caso completamente diferente, por mucho que pudiera haber agredido un par de veces, él no era un delincuente. Era un pijo que le gustaba vivir muy bien.”
En esta línea, subraya las dificultades que afronta alguien de su entorno socioeconómico al enfrentarse a una cárcel asiática:
“¿Cómo una persona que nunca se ha visto privada de libertad y que ha vivido de manera acaudalada va a aguantar (en prisión)?”
Según Campos, parte de la fortaleza mostrada hasta ahora por el condenado radica en las esperanzas que le transmite su entorno cercano:
“Se mantiene con cierta cordura en la cárcel porque solamente le contactan personas como su padre, García Montes y Alice que le cuentan siempre lo mismo, -te vamos a sacar de aquí-, y se agarra a esta posibilidad.”
El móvil económico del crimen y la desaparición de un gran monto de dinero
Si hay un aspecto en el que Joaquín Campos hace hincapié de manera reiterada en sus intervenciones es en el supuesto móvil económico del crimen:
“El móvil del crimen fue económico.”
A lo largo de sus entrevistas, el autor asegura que Edwin Arrieta habría entregado importantes sumas a Daniel Sancho con vistas a proyectos empresariales y de adquisición de propiedades. Originalmente, se habló de 260.000 euros, pero Campos sostiene que la cantidad real sería muy superior:
“Había 1.300.000 euros... podría ser incluso más después de lo que llevo investigando tras la entrega del libro.”
Desde su perspectiva, la intención de Sancho habría sido apropiarse del dinero en lugar de compartirlo con Arrieta en la hipotética creación de un restaurante o la compra de una vivienda-despacho:
“Edwin estaba buscando una vivienda para hacerla con un despacho. ¿Cuánto cuesta una vivienda-despacho? ¿Cuánto cuesta montar un restaurante? Sumemos los 260.000 euros y ahí falta dinero.”
Además, Campos plantea una pregunta que, en su opinión, refuerza la teoría de la motivación económica:
“¿Por qué se quiere hacer desaparecer un cuerpo? ¿Cuál es la intención?”
La salud mental de Daniel Sancho y las presuntas señales de alarma
Otro de los puntos que Joaquín Campos destaca es la supuesta visita de Daniel Sancho a un centro de salud mental antes de viajar a Tailandia. Según el autor:
“El nieto de Sancho Gracia acudió a un centro de salud mental, psicológico/psiquiátrico, a pedir cita porque ‘estaba como una cabra’. Lo hizo antes del viaje a Tailandia en el que el 2 de agosto de 2023 acabó con la vida del cirujano colombiano Edwin Arrieta.”
Estas declaraciones, difundidas también por Nacho Abad, sugieren que Sancho podría haber dado indicios de un desequilibrio mental previo al crimen. La defensa de Daniel, sin embargo, no ha reconocido formalmente ningún problema de salud mental, centrándose en otras líneas argumentales como la agresión sexual o la supuesta lucha que habría desencadenado la muerte de Arrieta.
Los detalles macabros: bolsas de basura y film transparente
Campos también aporta informaciones sumamente gráficas respecto a la planificación del crimen. Hace alusión a que Daniel Sancho habría comprado un número considerable de elementos para deshacerse del cuerpo:
“El hijo de Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo compró 200 bolsas de basura y hasta 180 metros de film transparente para forrar la habitación y no dejar huellas.”
En su libro Muerte en Tailandia, sugiere que esto demostraría una premeditación más allá de una simple pelea que se fue de las manos, tal y como la defensa de Sancho ha sostenido en diversas ocasiones.
Acusaciones contra Rodolfo Sancho y el documental en HBO Max
Joaquín Campos no se limita a hablar de Daniel, sino que menciona también a Rodolfo Sancho, el padre del condenado, a quien acusa de “inventarse noticias” para engañar a la prensa. Según el autor:
“Rodolfo Sancho (...) se habría embolsado por el famoso documental de Max un millón de euros. Lo señala como ‘el único beneficiado’ económicamente por el crimen.”
Este documental fue emitido coincidiendo con las fechas en las que arrancaba el juicio en Tailandia, algo que muchos han interpretado como una estrategia mediática arriesgada, pues en la cultura judicial de dicho país se tiende a evitar el exceso de exposición pública en un caso tan grave.
Polémica con la defensa y posibles acciones legales
El libro Muerte en Tailandia ha originado fricciones con la abogada y criminóloga Carmen Balfagón, quien anunció acciones legales contra el escritor. Al respecto, Campos ha respondido:
“Se quieren querellar. Tengo cosas importantes que seguramente no quieren que salgan a la luz.”
Por otro lado, en referencia al capítulo 9 de su libro, en el que se aborda la labor de los letrados, Campos lanza duras acusaciones contra el equipo legal de Daniel Sancho:
“Este libro trata de un padre que contrata a una señora mafiosa, de un hijo que asesina y descuartiza por dinero y de que falta el dinero. Esto es secundario y aquí se están aprovechando.”
También se pronuncia sobre la presunta estafa a Rodolfo Sancho por parte de Alice, la ‘fixer’ tailandesa que acompañaba al actor durante las jornadas de juicio:
“Ella trabaja, dice, ‘para gente turbia’, (...) puso el grito en el cielo el día de la lectura del dictamen: ‘¡Esa no es la sentencia que tienes que leer!’.”
Consideraciones finales y la hipótesis de Campos
En definitiva, Joaquín Campos mantiene con firmeza que “Daniel Sancho mató a Edwin Arrieta por dinero.” Así lo sintetiza en sus propias palabras:
“Lo que creo que Sancho pensó es que una vez que Arrieta se afincase en España, no podría mantener más su engaño y le dejaría. (...) Por lo tanto, nos encontraríamos ante un robo, por eso se hace desaparecer el cuerpo.”
Respecto a la opinión pública y la cobertura mediática, sostiene que ha existido un importante “blanqueamiento” de la imagen de Daniel Sancho:
“La verdad mediática es una mentira. Se basa en defender a un asesino y descuartizador (...) Nos han vendido a un chico más guapo que asesino.”
Así, Campos considera que se ha ignorado de forma sistemática el sufrimiento de la víctima:
“En el año 2025, en España, estandarte LGTB, país del ‘No al racismo’ y ‘No al machismo’, se ataca a un colombiano homosexual asesinado y descuartizado, al tiempo que se defiende al niñato chulo que no ha cotizado en su vida sólo porque es hijo y nieto de actores.”
En relación con la situación de Daniel Sancho en la prisión tailandesa, el escritor cree que la defensa no conseguirá una rebaja más allá de lo establecido:
“Cuando se dé cuenta de que no hay nada más que hacer, pedirá un folio para reconocer los hechos, declarará su arrepentimiento y solicitará el perdón real. (...) Quizá después de ocho o 10 años, si se ha portado bien, Tailandia prefiera transferirle a España.”
A lo largo de estos meses, y especialmente con la publicación de Muerte en Tailandia, Joaquín Campos ha puesto el foco sobre las zonas grises del caso: el dinero que supuestamente faltaría, las idas y venidas en la estrategia de defensa de Daniel Sancho y la posible utilización de documentos y testimonios para justificar una versión favorable al acusado. De momento, la sentencia tailandesa establece la cadena perpetua, y la presentación de recursos de apelación, así como la posibilidad de un eventual perdón real, constituyen las últimas cartas de Sancho para obtener una rebaja de la condena.
Las declaraciones de Joaquín Campos han sacudido el relato mediático. Desde su visión, la historia se resume en una cadena de errores estratégicos, un aparente móvil económico en el crimen y una serie de maniobras de la defensa que, según él, no han logrado su objetivo de evitar la perpetuidad de la condena. Aunque sus palabras han provocado la amenaza de acciones legales por parte del equipo defensor de Sancho, Campos se muestra dispuesto a continuar con su investigación. Como él mismo asegura:
“Me he metido de lleno en el caso. He querido llegar hasta el final y todavía faltan cosas. (...) Hay un dinero que no sabemos dónde está. (...) Se quieren querellar. Tengo cosas importantes que seguramente no quieren que salgan a la luz.”
En el horizonte, los familiares de Edwin Arrieta, la familia Sancho y la opinión pública esperan la evolución de un proceso judicial que ha acaparado la atención internacional. Mientras tanto, el relato de Joaquín Campos, con sus detalles y acusaciones, mantiene vivo el debate acerca de la verdad detrás de uno de los crímenes más polémicos y mediáticos de los últimos años.