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El estreno en Netflix de 'Las Mil Muertes de Nora Dalmasso' reabre la herida del caso más polémico de Argentina

LECrim

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El 26 de noviembre de 2006, Argentina se despertó con la noticia de un crimen que se convertiría en uno de los enigmas más persistentes y dolorosos de su historia reciente. El asesinato de Nora Dalmasso en su casa de un exclusivo barrio de Río Cuarto, Córdoba, no solo desató una investigación judicial que se extendería por casi dos décadas, sino que también inauguró un espectáculo mediático que la sometería a una segunda muerte, simbólica y cruel. Ahora, a punto de cumplirse diecinueve años de impunidad y preguntas sin respuesta, Netflix estrena el 19 de junio de 2025 "Las mil muertes de Nora Dalmasso", una serie documental que no busca resolver el caso, sino algo quizás más complejo: contar la historia de cómo se contó la historia y, en el proceso, intentar devolverle la humanidad a la víctima.


View: https://youtu.be/FGu9pJWLjv0


Un crimen en la aparente calma del country


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Nora Dalmasso, una empresaria de 51 años, fue encontrada sin vida en la habitación de su hija en la planta alta de su vivienda familiar en el barrio Villa Golf. Su cuerpo, semidesnudo, yacía sobre la cama; la autopsia confirmaría la muerte por asfixia mediante estrangulamiento, utilizando el cinto de su propia bata de baño. La escena era desconcertante: no había signos de que la entrada hubiera sido forzada. En ese momento, su círculo familiar más íntimo se encontraba lejos: su esposo, el traumatólogo Marcelo Macarrón, participaba en un torneo de golf en Uruguay; su hija Valentina, de 16 años, estaba en un viaje de intercambio en Estados Unidos; y su hijo Facundo, de 19, estudiaba en la ciudad de Córdoba. El crimen se había producido en la madrugada del sábado 25 de noviembre, tras una cena que Nora había compartido con sus amigas. Desde el primer momento, la investigación partió con el pie izquierdo, con una escena del crimen irremediablemente contaminada por el ingreso de hasta 23 personas antes de que fuera debidamente asegurada, un error de principiante que marcaría el destino de la causa.

Sospechosos y pistas falsas


IMG_4647.jpegFuente: La Voz

Lo que siguió fue un desconcertante desfile de hipótesis y acusados que solo sirvió para sembrar más confusión y dolor. El primer señalado fue Gastón Zárate, un pintor que había trabajado en la casa, cuya imputación fue tan frágil que la opinión pública lo apodó "El Perejil", viéndolo como un claro chivo expiatorio.
"La imputación fue tan frágil que la opinión pública lo apodó 'El Perejil', viéndolo como un claro chivo expiatorio."

Poco después, en un giro aún más doloroso, el fiscal Javier Di Santo imputó al propio hijo de la víctima, Facundo Macarrón, bajo una insostenible teoría de abuso sexual seguido de muerte que causó un daño irreparable en la familia. Durante años, el foco principal recayó sobre el viudo, Marcelo Macarrón, para quien se tejieron las teorías más rocambolescas, desde la contratación de un sicario hasta un inverosímil viaje en un "avión fantasma" para cometer el crimen y regresar a Uruguay sin ser detectado. Mientras tanto, la vida privada de Nora era diseccionada sin piedad, alimentando rumores sobre supuestos amantes que también fueron investigados.​

El femicidio mediático la mató de nuevo


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Paralelamente al errático curso judicial, los medios de comunicación transformaron la tragedia en una "telenovela" de alto rating. El caso fue explotado a través de una mezcla de "intriga sexual, corrupción y conspiración", donde el rigor informativo quedó sepultado bajo el sensacionalismo.
“Se produjo lo que se conoce como un ‘femicidio mediático’: un foco desproporcionado y morboso sobre la vida sexual de Nora, que fue revictimizada y culpabilizada por su propio asesinato.”​

Se difundieron rumores infundados sobre orgías, se habló de decenas de amantes y se la describió con un lenguaje cargado de misoginia, sugiriendo que su estilo de vida la había llevado a ese final. Esta narrativa no solo fue cruel, sino que también desvió la atención del crimen y sesgó la percepción pública, construyendo una imagen distorsionada de la víctima que la nueva serie de Netflix busca explícitamente reparar.​

Juicio, absolución y un nuevo sospechoso


IMG_4646.webpEn julio de 2022, tras años como principal acusado, Marcelo Macarrón fue absuelto en un juicio con jurados populares. De forma reveladora, fue la propia fiscalía la que pidió la absolución por falta de pruebas, un acto que, más que cerrar el caso, expuso el fracaso monumental de la investigación. Sin embargo, cuando la causa parecía destinada al olvido, un vuelco sacudió los cimientos del expediente a finales de 2024. Gracias a un nuevo cotejo de ADN, en el que incluso había intervenido el FBI, se identificó un perfil genético hallado en el cinto de la bata y en el cuerpo de Nora. Pertenecía a Roberto Barzola, un hombre que había trabajado como pulidor de pisos en la casa la semana previa al crimen.
"Sorprendentemente, la familia Macarrón había solicitado que se cotejara su ADN en 2007, pero la diligencia nunca se realizó."

Barzola fue imputado por abuso sexual seguido de muerte, pero no fue detenido.​

Lucha a contrarreloj y promesa de Netflix


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Con la imputación de Barzola, el caso entró en su fase más crítica y frustrante: la batalla legal contra la prescripción. El delito que se le imputa tiene un plazo de prescripción de 15 años, lo que significa que la acción penal podría haberse extinguido en 2021, haciendo imposible una condena aunque se probara su culpabilidad. La fiscalía y la querella luchan ahora por argumentar que los plazos se interrumpieron, en un último intento por evitar la impunidad total.

Es en este tenso contexto que aterriza "Las mil muertes de Nora Dalmasso". Dirigida por el británico Jamie Crawford, quien curiosamente vivió en Río Cuarto en los años 90, la serie de tres episodios se presenta como una crónica humana, no como una investigación policial.
"Su gran valor reside en el acceso sin precedentes a la familia de Nora: sus hijos, Facundo y Valentina, y su viudo, Marcelo Macarrón, quienes, según el anuncio, 'hablan públicamente como nunca antes lo habían hecho'."


Contar la historia para sanar la memoria


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El director ha sido claro en que su objetivo no es encontrar a un culpable, sino "contar la historia de la historia": examinar cómo la voracidad mediática y una investigación fallida construyeron una narrativa que deshumanizó a la víctima. La producción evita las dramatizaciones y se apoya en un vasto material de archivo y en los testimonios de protagonistas clave —familiares, amigos, periodistas y expertos judiciales— para reconstruir no solo el crimen, sino el calvario que le siguió.
"La serie aspira a ser un acto de reparación, un intento de contrarrestar el sensacionalismo y devolverle a Nora la dignidad que le fue arrebatada, primero por su asesino y luego por un sistema que la juzgó en lugar de buscarle justicia."

Aunque no pueda ofrecer una condena judicial, que hoy parece más lejana que nunca, quizás pueda ofrecer una forma de claridad. Al poner el foco en el costo humano y en las fallas sistémicas, "Las mil muertes de Nora Dalmasso" se erige como un documento necesario sobre uno de los casos que exhiben la deuda más profunda y dolorosa de la justicia argentina.​
 

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