Takahiro Shiraishi, el asesino en serie que utilizó Twitter para captar, asesinar y desmembrar a nueve jóvenes en 2017, ha sido ejecutado este viernes en la horca. La ejecución, realizada en el Centro de Detención de Tokio, pone fin a un caso que sacudió profundamente a la sociedad japonesa y destacó las peligrosas consecuencias de la soledad en la era digital. Esta es la primera ejecución en Japón en casi tres años, lo que reabre el debate internacional sobre la pena capital.
El Final de la Espera: La Ejecución en Tokio
Este viernes, 27 de junio de 2025, el Estado japonés ha ejecutado a Takahiro Shiraishi, de 34 años. La ejecución tuvo lugar en la horca en el Centro de Detención de Tokio, concluyendo un proceso judicial que captó atención mundial debido a la brutalidad de sus crímenes. Esta ejecución rompe una pausa de casi tres años, la más larga desde que Japón comenzó a anunciar las ejecuciones el mismo día en que se llevan a cabo.
La decisión fue autorizada por el Ministro de Justicia, Keisuke Suzuki, bajo la administración del Primer Ministro Shigeru Ishiba. La ejecución se realizó en secreto, notificando al condenado solo horas antes, una práctica criticada por causar gran angustia psicológica. El caso de Shiraishi, por la clara naturaleza de sus delitos y su negativa a apelar, fue visto como idóneo para reanudar las ejecuciones minimizando controversias.
Un Depredador Digital: El Modus Operandi del "Asesino de Twitter"
Entre agosto y octubre de 2017, en solo dos meses, Shiraishi llevó a cabo una metódica cacería desde su apartamento en Zama. Sus víctimas, ocho mujeres y un hombre de entre 15 y 26 años, eran personas que expresaron vulnerabilidad y pensamientos suicidas en Twitter. Shiraishi usó perfiles escalofriantes como "@hangingpro", presentándose con la falsa promesa: "Quiero ayudar a las personas que realmente sufren. Por favor, envíame un mensaje directo en cualquier momento".
Buscaba publicaciones sobre suicidio, respondiendo con mensajes como "Muramos juntos". Tras establecer contacto, trasladaba la conversación a mensajes privados y aplicaciones más seguras. Asesinaba a sus víctimas por estrangulamiento, agredía sexualmente a las mujeres y robaba su dinero. Después, desmembraba los cuerpos y guardaba los restos en neveras y cajas con arena para gatos.
La Caída: Investigación y un Juicio Excepcional
La resolución del caso provino del hermano de la última víctima, Aiko Tamura, de 23 años, quien, alarmado por su desaparición, accedió a su cuenta de Twitter y descubrió la conversación con Shiraishi. Esta fue la clave para su detención.
El 31 de octubre de 2017, la policía, con ayuda de una colaboradora, detuvo a Shiraishi, quien confesó inmediatamente al ser confrontado. Durante el juicio, la defensa intentó argumentar que las muertes fueron consensuadas, pero el propio Shiraishi desestimó esta defensa al admitir haber actuado sin consentimiento.
Un Espejo Social: El Impacto del Caso en Japón
Los asesinatos de Zama forzaron a Japón a enfrentar problemas sociales profundos como la alta tasa de suicidios y el estigma hacia la salud mental. El caso resaltó cómo el aislamiento, especialmente entre jóvenes, puede ser fatal en entornos digitales.
La respuesta tecnológica fue inmediata. Twitter (ahora X) modificó sus reglas globales para prohibir explícitamente "promover o alentar el suicidio o la autolesión". Este cambio generó un debate aún vigente sobre la responsabilidad de las plataformas hacia usuarios vulnerables.
La Pena Capital: Un Debate Reavivado
La ejecución de Shiraishi refleja la firme postura de Japón sobre la pena capital, siendo uno de los pocos países desarrollados que aún la aplica. La ejecución ha suscitado condenas internacionales inmediatas, con organismos solicitando una moratoria y denunciando su crueldad.
