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Dolores Vázquez rompe su silencio: «Necesito que el Gobierno me pida perdón»

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Dolores Vázquez, condenada injustamente por el asesinato de Rocío Wanninkhof, ha recibido un emotivo homenaje en su localidad natal, Betanzos (A Coruña). Después de pasar 519 días en prisión y sufrir un intenso juicio mediático y social, Vázquez ha reclamado públicamente que el Gobierno español le pida perdón.

Durante el acto celebrado este domingo, Dolores Vázquez recibió el XVII premio Úrsula Meléndez de Texeda, otorgado por el Ayuntamiento de Betanzos en reconocimiento a su figura y como acto simbólico de reparación por la injusticia sufrida. Ante un auditorio abarrotado que obligó a cambiar el lugar inicialmente previsto, Vázquez agradeció profundamente el cariño recibido por sus vecinos y se mostró visiblemente emocionada.
«Necesito que el Gobierno central me pida perdón, tiene que llegar ese perdón oficial, por no decir otras cosas más»

Vázquez destacó en su discurso que aún falta reconocimiento por parte de otras zonas de España sobre el error cometido. «Siempre estaré abierta, no guardo rencor a nadie porque sentirse mal, no ser coherente con uno mismo, lo único que consigue es amargarte por dentro», afirmó.

Una injusticia histórica​


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El asesinato de Rocío Wanninkhof en 1999 marcó uno de los episodios judiciales más mediáticos y polémicos en España. Dolores Vázquez fue acusada sin pruebas sólidas y condenada principalmente por un juicio popular influenciado por la presión mediática. Permaneció en prisión durante casi año y medio hasta que la aparición del ADN de Tony Alexander King, tras el asesinato de Sonia Carabantes en 2003, probó finalmente su inocencia.

El calvario personal y emocional fue irreparable, y aunque Vázquez se trasladó al Reino Unido para escapar del escarnio público, al regresar comprobó que el caso aún seguía vigente en la memoria colectiva, decidiendo finalmente instalarse en Betanzos, donde ha vivido los últimos siete años.

Betanzos: Cariño y reparación social​


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En sus palabras de agradecimiento, Dolores contó que al regresar a Betanzos salía cada día sola a tomar café a una cafetería distinta, observando las reacciones de sus vecinos. La respuesta fue siempre de compañía, comprensión y solidaridad. «No hubo un día que alguien no se acercase a mí para preguntarme cómo me encontraba, para sentarse conmigo y acompañarme», recordó.

La alcaldesa de Betanzos, María Barral, entregó el premio destacando que la localidad tenía una deuda con Dolores: «Este pueblo te debe justicia, dignidad y el calor que te fue arrebatado cuando más lo necesitabas». Barral reconoció públicamente el error cometido contra Vázquez:
«Fuiste víctima de una sociedad que te señaló y de un sistema que te condenó sin pruebas, sin razones y sin humanidad».

El acto concluyó con un reconocimiento al valor, la dignidad y la fortaleza que Dolores Vázquez ha mostrado todos estos años, convirtiéndose finalmente en una jornada de justicia social y reconocimiento público que llevaba demasiado tiempo pendiente.
 
En la conciencia histórica colectiva pesará el daño causado por el estado a Dolores Vázquez. Una condena de la investigación, judicial y pública por la que no han pedido ni disculpas. El brazo armado del estado, frente a una ciudadana a la que ni siquiera han indemnizado por sus años en privación de libertad. Fue la culpable que necesitaron en aquel momento y ninguno de los que vino después ha reparado lo irreparable. Ni un intento. Pasarán los años y seguirá siendo la referencia en injusticia, en como no hacer.

Sin memoria y reparo no se avanza, con Loli hay una deuda pendiente que nadie quiere saldar. Por tormentas como esta la democracia anda herida de gravedad. Una sinrazón estructural que todos aceptan, ajenos siempre a la responsabilidad que conllevaría asumir la injusticia más grave de la historia judicial reciente de España. Parece que si ninguno asume la culpa, nadie la tiene. Son viejas mañas. Así se fusilaba para que ninguno cargara con la vida que habían arrebatado: Entre todos la condenaron y ella sola se condenó.
 
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