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Detenido uno de los 10 fugitivos más buscados de España, un sicario que participó en un asesinato en el 12 de Octubre

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Jonathan Montoya se ocultaba en Madrid y estaba condenado a más de 20 años de prisión por participar en el asesinato de Leónidas Vargas, un narco acribillado en una cama del hospital madrileño​

Leónidas Vargas murió tiroteado en una de las camas de la habitación 537 del 12 de Octubre en Madrid. Era un capo colombiano de la droga, antiguo colaborador de Pablo Escobar, secuestrado en su juventud por las FARC y que, incluso, llegó a grabar un disco. Esta vida ajetreada llegó a su fin en ese hospital el 8 de enero de 2009, cuando un grupo de sicarios le descerrajó cuatro tiros mientras se encontraba ingresado por un problema de corazón. Un miembro de esa comitiva letal fue el encargado de informar de en qué habitación estaba la víctima y de comprobar que se encontraba allí el día elegido para su final. Ese hombre es Jonathan Montoya Rendón, que fue condenado a 22 años de prisión por el asesinato y que este lunes acaba de ser detenido para terminar de cumplir su pena después de haber sido incluido en la lista de los 10 fugitivos más buscados de España.

El hombre fue uno de los siete condenados por asesinato con alevosía del narco Leónidas Vargas. El crimen fue captado casi en su totalidad por las cámaras del centro hospitalario. En estas imágenes se ve cómo los sicarios acceden al edificio, caminan tratando de ocultarse con gorras y llegan hasta la zona de cardiología.

La resolución judicial definió el papel de cada uno en el asesinato: los dos ejecutores, a la mujer que reclutó al autor material, el encargado de recopilar información y el de deshacerse del arma. La investigación consideró que el papel de Montoya había sido el de las vigilancias previas, la recogida de información sobre el lugar en el que se encontraba el objetivo y la vigilancia en la puerta mientras lo ejecutaban. Por este crimen fue condenado a 22 años de prisión, de los que cumplió casi la mitad, hasta que escapó en mayo de 2023 durante un permiso penitenciario. Hace solo unos días fue incluido en la lista de los fugitivos más buscados de la Policía Nacional, que lo consideraba “muy peligroso”.

El fugitivo se encontraba en Madrid, donde ha sido detenido gracias a la colaboración entre las policías nacional y municipal. Montoya ha expresado, a través de su abogado, su deseo de cumplir su pena en España y no ser extraditado a Colombia, donde continúa amenazado por haber participado en el asesinato de un importante capo de las drogas de aquel país. El mismo mes en el que murió Leónidas, también su hermano fue asesinado en su país natal.

La vida de Vargas fue intensa y no tardó en enriquecerse como uno de los narcos más destacados de Colombia. Su fortuna y extravagancia alcanzaron tales cotas que mandó construir en una de sus fincas en su país una réplica de la plaza de toros de Las Ventas. Según la prensa colombiana, otra de sus propiedades sirvió para alojar a la familia de Pablo Escobar en el peor momento de la batalla que el criminal libró contra el Estado colombiano y el resto de cárteles del país.

Vargas cumplió varias condenas de prisión a lo largo de su vida, no solo por narcotráfico, sino también por su participación en secuestros y homicidios. De hecho, cuando fue asesinado se encontraba en libertad provisional a la espera de juicio después de que sus abogados presentaran escritos para solicitarla, alegando el delicado estado de salud de Vargas.

El asesinato de Vargas puso en primera línea la cuestión de las conocidas como oficinas de cobros, que forman parte del entramado de las organizaciones criminales instaladas en territorio español para manejar el negocio desde el terreno. O lo que es lo mismo: cobrar deudas, ejecutar venganzas y, también, proteger a determinados personajes. La investigación policial y el posterior juicio concluyeron que era una de estas oficinas recién instaladas en Madrid la que había ejecutado el encargo de acabar con Vargas. A lo largo de su turbulenta vida, Leónidas Vargas acumuló muchos enemigos y, de hecho, no era la primera vez que alguien intentaba atentar contra su vida.

 
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