En España, la prisión permanente revisable (PPR) se ha aplicado en casos que han conmocionado a la sociedad por su brutalidad y la gravedad de los crímenes cometidos. Esta pena, aprobada en 2015 bajo el gobierno del Partido Popular, está reservada para aquellos delincuentes que han perpetrado los delitos más atroces. A continuación, se detallan algunos de los casos más destacados en los que se ha impuesto esta condena.David Oubel fue el primer condenado a prisión permanente revisable en España. El 6 de julio de 2017, Oubel recibió esta sentencia por el homicidio de sus dos hijas, Amaia y Candela, de cuatro y nueve años, respectivamente. El crimen, cometido en 2015, fue especialmente brutal: Oubel drogó a las niñas antes de asesinarlas con una amoladora eléctrica y un cuchillo. Este caso marcó el inicio de la aplicación de la PPR en el país.
Patrick Nogueira, un ciudadano brasileño, fue condenado a prisión permanente revisable en 2018 por el asesinato de sus tíos y sus dos primos menores en Pioz, Guadalajara. En 2016, Nogueira llevó a cabo un crimen que dejó perpleja a la sociedad por su frialdad: no solo asesinó a sus familiares, sino que también descuartizó los cuerpos y los empaquetó en bolsas de plástico. La brutalidad del acto y la falta de remordimiento de Nogueira lo hicieron merecedor de esta dura condena.
En Cataluña, Pablo Catalán se convirtió en el primer condenado a prisión permanente revisable en esta comunidad autónoma. En 2015, violó y estranguló a una mujer que se encontraba inconsciente debido al consumo de drogas. La severidad del crimen llevó a su condena en 2019, subrayando la dureza de esta pena en casos de violencia sexual.
Francisco Salvador fue condenado en 2019 por un brutal crimen de violencia de género. En enero de 2017, en Huércal, Almería, Salvador violó, golpeó y degolló a su expareja en un acto que estremeció al país. La condena a prisión permanente revisable de Salvador fue un reflejo de la gravedad con la que se tratan los casos de violencia de género en España.
Enrique Romay Reina fue sentenciado a prisión permanente revisable en 2019 por intentar violar y asesinar a su vecina en Pilas, Sevilla, en 2017. Cuando la víctima resistió el ataque, Romay decidió acabar con su vida, lo que resultó en una condena que ejemplifica la respuesta del sistema judicial frente a crímenes de este tipo.
En 2017, José Rafael García Santana fue condenado por asesinar a su esposa en Mora, Toledo. La mujer, que padecía la enfermedad de Ménière, fue tirada al suelo y apuñalada por su esposo. Este crimen fue castigado con la prisión permanente revisable, sentencia que fue ratificada en 2021.
Uno de los casos que más conmocionó a la opinión pública fue el de Roberto Hernández, quien en 2017 violó y asesinó a Sara, la hija de su pareja, de tan solo cuatro años, en Valladolid. Este crimen, que implicaba un historial de maltrato continuado, resultó en la condena de Hernández a prisión permanente revisable en 2019.
Ana Julia Quezada se convirtió en uno de los nombres más conocidos en España cuando en febrero de 2018 asesinó a Gabriel Cruz, un niño de ocho años, en Níjar, Almería. Tras el asesinato, Quezada intentó encubrir el crimen enterrando el cuerpo del niño y posteriormente trasladándolo en el maletero de su coche. Este caso resultó en su condena a prisión permanente revisable, generando un gran impacto mediático.
José Enrique Abuín Gey, conocido como "El Chicle", fue condenado a prisión permanente revisable por el asesinato de Diana Quer en 2016. La joven desapareció en A Pobra do Caramiñal, A Coruña, y su cuerpo fue encontrado un año y medio después. La brutalidad del crimen y la larga búsqueda de Diana mantuvieron al país en vilo, lo que culminó en la condena de "El Chicle".
Ada de la Torre fue condenada en 2019 por drogar y asfixiar a su hija Kiara, de nueve años, en Bilbao. Después de cometer el asesinato, intentó suicidarse, pero fue detenida y sentenciada a prisión permanente revisable, siendo uno de los pocos casos en los que una mujer ha sido condenada a esta pena.
Rubén Mañó fue condenado en 2020 por violar, asesinar y profanar el cadáver de Vanessa Ferrer, una joven de 15 años, en Chella, Valencia. Los hechos ocurrieron en 2016 cuando la joven se negó a mantener relaciones sexuales con él, lo que desencadenó un ataque brutal que resultó en su muerte y en la posterior condena de Mañó a prisión permanente revisable.
En 2017, Iván Pardo Pena torturó y asesinó a su sobrina de ocho años en Sabiñánigo, Huesca, por no haber hecho sus deberes escolares. La niña fue sometida a un castigo brutal que resultó en su muerte, lo que llevó a la condena de Pardo a prisión permanente revisable.
Alejandra García Peregrino** fue condenada en 2020 por el asesinato de Dominique, un niño de ocho años con autismo, en Elda, Alicante. Estranguló al menor en un acto de crueldad que dejó consternada a la comunidad, y que le valió la condena a prisión permanente revisable.
Ana María Baños , residente en Huércal, Almería, fue condenada a prisión permanente revisable por el asesinato de su hijo Sergio, de siete años, en 2019. Asfixió al niño con un lazo de tela, un acto que la llevó a ser sentenciada por la Audiencia de Almería.
Norbert Feher, también conocido como "Ígor el Ruso", fue condenado en 2021 por asesinar a tiros a un ganadero y a dos guardias civiles en Teruel en 2017. Su peligrosidad fue confirmada dentro de prisión, donde ha agredido a varios funcionarios, lo que justifica la aplicación de la prisión permanente revisable en su caso.
En Asturias, Silvia Acebal fue la primera persona condenada a prisión permanente revisable en esta comunidad. En 2019, Acebal apuñaló 53 veces a su bebé recién nacido en Nuevo Roces, y luego arrojó el cuerpo a un contenedor, un crimen que horrorizó a la sociedad.
Francisco Javier Martínez fue condenado en 2022 por asesinar a cuchilladas a toda su familia en Alicante en 2019, comenzando con su hermano, seguido por su padre y finalmente su madre. Este triple crimen estremeció a la sociedad y resultó en su condena a prisión permanente revisable.
En 2018, Juan Francisco López Ortiz fue condenado por violar, estrangular y apuñalar a Laia, una menor de 13 años, en su propio domicilio en Vilanova i la Geltrú, Barcelona. Este brutal asesinato le valió la condena a prisión permanente revisable.
Bernardo Montoya fue condenado en 2021 por el asesinato de Laura Luelmo, una joven profesora en Huelva. Montoya agredió sexualmente a la víctima antes de asesinarla brutalmente, un crimen que añadió a su historial violento y que fue castigado con la prisión permanente revisable.
Thomas Handrick, un ciudadano alemán, fue condenado por asesinar a su hijo de 10 años en Adeje, Tenerife, en 2019. Handrick mató al niño a pedradas en una cueva, además de ser condenado por el asesinato de su esposa y por intentar acabar con la vida de su otro hijo de siete años.
Ana Sadamil fue condenada en 2023 por el asesinato de su hija Desirée, de siete años, en Muimenta, Lugo. Sadamil suministró un fármaco a la niña antes de asfixiarla con sus manos, un crimen que la llevó a recibir la pena de prisión permanente revisable.
En Elche, Alicante, Ginés S. A. fue condenado en 2021 por asesinar a golpes al bebé de su pareja, de tan solo siete meses. Este crimen, ocurrido en mayo de 2021, fue castigado con la prisión permanente revisable por la Audiencia de Alicante.
Adrián González Sisa, conocido como "Plátano", fue condenado en 2021 por asesinar a puñaladas a un menor de 17 años en 2016. Este crimen, vinculado a la violencia juvenil, se produjo en Madrid y resultó en la primera condena a prisión permanente revisable para un miembro de una banda juvenil.
José Luis Abet Lafuente asesinó a su exmujer, excuñada y suegra en Valga, Pontevedra, en 2019, disparándoles en presencia de sus hijos. Su condena a prisión permanente revisable fue confirmada en 2023.
Francisco Javier Almeida López de Castro violó y asesinó a Álex, un niño de nueve años, en Lardero, La Rioja, en 2021. Este criminal ya tenía graves antecedentes.
Última edición: