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Comienza el juicio por el brutal crimen de Juana Canal: 21 años de silencio, miedo y dolor

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Lugar donde aparece el cuerpo de Juana Canal, en Ávila

El juicio por la muerte de Juana Canal, la vecina de Ciudad Lineal (Madrid) que desapareció en 2003 y cuyo crimen no se resolvió hasta 19 años después, comenzó el 16 de septiembre de 2024 en la Audiencia Provincial de Madrid. El acusado, Jesús Pradales, enfrenta cargos de homicidio, y tanto la Fiscalía como la acusación particular solicitan una pena de 15 años de prisión. Pradales, que en la actualidad tiene 55 años, fue detenido en octubre de 2022 después de que unos senderistas encontraran restos humanos en un monte de Navarredondilla, Ávila, en 2019. Esos restos fueron identificados como los de Juana Canal, cerrando así un caso que había estado marcado por 16 años de inacción policial.

Los hechos que se juzgan ocurrieron en la madrugada del 22 de febrero de 2003. Jesús Pradales, en ese momento pareja de Juana Canal, vivía con ella en una vivienda en la calle Bolmano de Madrid. Según la versión del acusado, esa noche ambos discutieron porque Juana intentó tirar por el inodoro 600 euros que él había ganado conduciendo un taxi. La discusión se intensificó, y, de acuerdo con la defensa de Pradales, Juana comenzó a golpearlo y agredirlo para impedir que abandonara la vivienda. En el transcurso de esta pelea, Pradales asegura que la golpeó accidentalmente al intentar defenderse, provocando que Juana perdiera el equilibrio y se golpeara la cabeza contra el suelo, lo que le causó la muerte de forma instantánea.

Tras percatarse de que Juana había fallecido, Pradales, según su relato, decidió ocultar el cuerpo por miedo a ser acusado de asesinato, ya que la Policía se había personado en la vivienda horas antes debido a otra discusión entre ambos, aunque los agentes no consideraron necesario tomar ninguna medida en ese momento. Pradales procedió entonces a descuartizar el cuerpo de Juana y lo trasladó en dos maletas a un monte en Navarredondilla, Ávila, donde escondió los restos.

El encubrimiento del crimen fue más allá. Jesús Pradales dejó una nota en la casa, dirigida a Sergio, uno de los hijos de Juana, en la que sugería que la desaparición de su madre había sido voluntaria debido a sus problemas con las adicciones. La nota decía: "Sergio, hemos vuelto a discutir. Ha llamado a la Policía y todo. Tu madre se ha tomado un montón de pastillas y se ha ido. Ha habido un momento que ha quedado muy 'grogui'. Me ha amenazado con beber, me voy a buscarla". A pesar de esto, la familia de Juana, que ya había alertado a las autoridades sobre su desaparición, no volvió a saber nada más de Pradales. Él, por su parte, rehízo su vida apenas cuatro meses después del crimen, casándose y formando una nueva familia con la que tuvo tres hijos. Durante todo este tiempo, no mostró ningún signo de querer esclarecer lo sucedido.

En los días posteriores a la desaparición de Juana, la Policía tomó declaración a Jesús Pradales y revisó su taxi, pero no encontraron ninguna prueba incriminatoria. La falta de evidencias condujo a que el caso se archivara, y durante 16 años, la desaparición de Juana Canal permaneció sin resolverse. Las autoridades llegaron a considerar la posibilidad de que Juana hubiera huido voluntariamente debido a sus problemas personales, incluidos el alcoholismo y el consumo de pastillas, según había manifestado Pradales. Mientras tanto, la familia de Juana vivió años de dolor e incertidumbre, especialmente sus dos hijos. Sergio, quien en 2003 era un adolescente, creció creyendo que su madre lo había abandonado, lo que le causó un profundo sufrimiento. Falleció en 2014, sin haber superado la pérdida de su madre y sin conocer la verdad sobre su desaparición.

El caso dio un giro en 2019 cuando unos senderistas encontraron restos humanos en un monte de Navarredondilla, en las proximidades de una finca propiedad del padre de Jesús Pradales. Los restos, entre los que se hallaron un trozo de tibia y el cráneo de Juana, fueron identificados como los de la mujer desaparecida. A partir de ese momento, la Policía reabrió la investigación y en octubre de 2022, tras reunir suficientes pruebas, Jesús Pradales fue detenido. El acusado confesó entonces que Juana había muerto durante una discusión, aunque cambió varias veces su versión de los hechos. En un primer momento admitió el homicidio, pero después, tras cambiar de abogado, modificó su declaración y alegó que la muerte de Juana fue un accidente provocado por un golpe durante la pelea.

El juicio, que se celebrará hasta el 4 de octubre, será dirimido por un jurado popular compuesto por nueve personas y dos suplentes. La Fiscalía de Madrid solicita una condena de 15 años de cárcel por homicidio, alegando una agravante de parentesco. Por su parte, la acusación particular, ejercida por el abogado de la familia de Juana, Juan Manuel Medina, también pide 15 años de prisión, pero con la agravante de género, argumentando que el crimen fue motivado por la relación sentimental entre la víctima y el acusado. Además, solicitan una indemnización de 350.000 euros para los familiares de Juana. Por su parte, la defensa de Jesús Pradales insiste en que el homicidio fue imprudente, no intencionado, y pide que se tenga en cuenta la atenuante de confesión y las dilaciones indebidas del proceso, dado el largo tiempo que ha transcurrido desde los hechos hasta la celebración del juicio.

Antes de que comenzara el juicio, el abogado de Pradales intentó solicitar la nulidad de las diligencias realizadas desde noviembre de 2020, lo que incluiría la detención de su cliente y su declaración ante la jueza, pero estas peticiones fueron desestimadas por la Audiencia de Madrid. Además, la defensa trató de evitar que el caso fuera juzgado por un jurado popular, proponiendo que se considerara un homicidio imprudente como principal delito, pero tampoco tuvo éxito en esa solicitud.

Para la familia de Juana Canal, este juicio representa una oportunidad de obtener justicia, aunque consideran que una condena de 15 años no compensa los años que Jesús Pradales vivió en libertad tras el crimen. Inma Canal, sobrina de la víctima, ha manifestado su frustración, afirmando que "no hay vidas suficientes para que pague lo que ha hecho". La familia de Juana no cree en la versión ofrecida por Pradales, especialmente en lo que respecta a la forma en que descuartizó el cuerpo. Inma ha declarado que es imposible que Pradales haya desmembrado el cadáver en la bañera de la vivienda y limpiado todo en apenas tres horas, como él sostiene.

La vida de Jesús Pradales durante los 19 años que pasaron desde la desaparición de Juana hasta su detención contrasta enormemente con el dolor que experimentó la familia de la víctima. A los pocos meses de la desaparición, Pradales rehizo su vida y no volvió a tener contacto con los hijos de Juana, salvo en una ocasión en la que les reclamó una deuda supuestamente contraída por su madre. Mientras tanto, la familia de Juana vivió con la incertidumbre de no saber qué le había sucedido, y su hijo Sergio falleció sin conocer la verdad.
 
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