El 1% Oculto: Cómo los Psicópatas Se Infiltran en Tu Vida y Están Tomando el Control del Mundo
Desde los inicios de la humanidad, ha existido la figura del individuo que, sin recurrir a una violencia física extrema, encarna el mal en la sociedad. No es necesario que estas personas cometan actos abiertamente violentos o que estén identificadas en cárceles o bajo diagnósticos psiquiátricos. Los psicópatas viven entre nosotros, a menudo ocultos detrás de fachadas de personas ordinarias: nuestros compañeros de trabajo, vecinos, líderes políticos e incluso personas cercanas. Este tipo de individuos se especializan en el engaño, la manipulación y la falta de remordimiento, lo que los convierte en responsables silenciosos de gran parte del sufrimiento social.
El criminólogo Vicente Garrido, en su libro
El psicópata integrado, estima que alrededor del 1% de la población española, unas 468,000 personas, presenta rasgos psicopáticos. Sandra Farrera, psicóloga clínica, eleva esta cifra al doble. El peligro de estos individuos no reside tanto en actos criminales visibles, sino en su capacidad para infiltrarse y manipular. Su objetivo: el control y el poder, a menudo a expensas del bienestar de quienes les rodean.
Características del psicópata integrado
Los psicópatas carecen de emociones positivas como la empatía o la compasión, lo que les permite actuar sin el lastre moral que limita a otros. Según Garrido, son expertos en detectar y explotar la vulnerabilidad ajena, y aunque algunos recurren a la violencia física, la mayoría usa tácticas más sutiles como el acoso y la manipulación. Su éxito se basa en su capacidad para proyectar una imagen encantadora, lo que les permite ganarse la confianza de quienes les rodean y escalar en ámbitos de poder.
Este perfil encaja tanto en el mundo corporativo como en la política. Garrido señala que, mientras el 1% de la población general puede ser psicópata, este porcentaje asciende al 13% en el ámbito empresarial y político. Personajes como Bernie Madoff o Sam Bankman-Fried son ejemplos recientes de cómo los psicópatas pueden aprovecharse de sistemas que premian la ambición desmedida y el engaño. En estos ambientes, los psicópatas encuentran un terreno fértil para ejercer su poder sin ser detectados fácilmente.
Psicopatía y sociedad
La falta de empatía y remordimiento en los psicópatas, combinada con su capacidad para manipular a otros, los hace peligrosos. Sin embargo, lo que realmente preocupa es cómo la sociedad, en ciertos contextos, parece recompensar este tipo de comportamientos. Garrido sugiere que el sistema económico actual fomenta estos perfiles, especialmente en ambientes corporativos y políticos, donde la capacidad para tomar decisiones sin vacilar puede ser vista como un signo de liderazgo.
En política, Garrido y otros expertos han señalado que ciertos líderes muestran claros rasgos psicopáticos. El sistema democrático, con su estructura basada en el conflicto y la competición, es atractivo para estos individuos. De hecho, figuras históricas como Hitler o Stalin se ajustan al perfil de un líder psicópata, aunque sin llegar a extremos tan evidentes, personajes contemporáneos como Trump o Putin también han sido señalados como ejemplos de psicopatía política.
El lado oscuro de la psicopatía en la cultura contemporánea
Autores como Patric Gagne, que han hecho de su psicopatía una historia de éxito editorial, también muestran cómo estas personas pueden no solo sobrevivir, sino prosperar en la sociedad moderna. La falta de empatía y la superficialidad emocional son elementos que, lejos de aislarlos, los capacitan para desenvolverse con facilidad en sectores como la industria musical o el entretenimiento, donde el carisma y la ambición son altamente valorados.
Además, la tecnología y las redes sociales han amplificado las oportunidades para que los psicópatas integrados encuentren espacios en los que manipular y controlar a otros. Psicólogos como Robert Hare advierten que la única manera efectiva de lidiar con un psicópata es alejarse, pero en la era digital, la omnipresencia de estos individuos y la validación social que buscan y encuentran en redes hace que su influencia sea aún más peligrosa.
Los psicópatas no son monstruos evidentes ni villanos de película. Son personas perfectamente adaptadas a las exigencias de la sociedad moderna, especialmente en ambientes donde el poder, el control y la falta de escrúpulos son recompensados. Como advierte Garrido, reconocer a estos individuos a tiempo puede ser clave para reducir el daño que causan, aunque, en muchos casos, es demasiado tarde cuando sus verdaderas intenciones salen a la luz. Con el tiempo, si las dinámicas sociales y económicas actuales continúan, es posible que más psicópatas encuentren un nicho en el que prosperar, incrementando así el sufrimiento colectivo.
Están entre nosotros desde el origen de nuestra especie. La imagen ancestral del sujeto al servicio del mal. No hace falta que se vistan de abuela para matar en la ducha, que se al
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